Historias de Salamanca. El Paseo del Rollo, entre huertas y edificios monumentales. 1905-1962

La comunidad religiosa de las Esclavas del Sagrado Corazón anda de celebraciones previas al centenario de la muerte de sus fundadoras, Rafaela María y Dolores Porras Ayllón, hermanas y cordobesas, que comenzaron su andadura como religiosas y fundadoras de las Esclavas del S. C. allá por 1874.

En el caso de Salamanca, su aterrizaje fundacional tuvo lugar en 1899 adquiriendo una casa que se encontraba –y encuentra-al lado del teatro Liceo.

Y aquí, en pleno centro de Salamanca, abrieron su primer colegio.

Aquel colegio, que hoy es residencia universitaria y acoge una capilla, se quedó muy pronto pequeño, así que buscaron espacio para otro más grande, y lo encontraron en lo que hoy es Paseo del Rollo, donde comenzaron a construir su nuevo colegio y residencia de religiosas entre 1905 y 1908 bajo la dirección del arquitecto madrileño Juan Bautista Lázaro de Diego.

En aquellos días, el Paseo del Rollo no era lo que es hoy.

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No estaba el Colegio de las Esclavas, claro, pero tampoco el histórico depósito de aguas que diseñó Santiago Madrigal en 1912 al final del Camino de las Aguas sobre los aljibes que dieron forma al primer depósito para abastecer de agua a Salamanca desde el Tormes. El depósito fue derribado en 2002, perdiendo Prosperidad una de sus señas de identidad.

Casi a la vez que se construye el Colegio de las Esclavas se levanta el nuevo asilo de San Rafael, que abandona la sede de la calle Piñuela, donde se había fundado en 1874. Año en el que las hermanas Rafaela y Dolores comienzan a fundar las Esclavas del Sagrado Corazón. En este caso, el asilo lo establece en su propio domicilio Rafael Pérez Piñuela, que vivía en la calle de la Bola, que con el tiempo se convertiría en calle del doctor Piñuela. El nuevo asilo se construye frente al colegio de las Esclavas, y fotografías de esos años revelan la ausencia total de casas alrededor del Depósito, el asilo y el Colegio, aunque eso cambiará pronto.

Lo que sí hay es un camino flanqueado de árboles que, desde el cruce del Camino de las Aguas con Campoamor y San Antonio, lugar llamado de Cuatro Caminos, llega hasta la actual Glorieta del Rollo, así llamada por el rollo que marcaba la jurisdicción municipal. Por aquí saldrán vehículos y caballerizas hacia Madrid por el camino de Aldealengua. O entrarán.

A ambos lados de aquel camino se extienden hoy los barrios de Prosperidad, San Isidro, Delicias, Comuneros y naturalmente el barrio del Rollo, que en el mejor de los casos eran huertas a finales del siglo XIX y principios del XX.

Pronto se asentarán en sus terrenos modestas casas, en su mayoría hechas a mano, que darán a la zona un aspecto de pueblo. Casas con establos, pozos, gallineros… Este será en entorno que irá creciendo a ambos lados del Paseo del Rollo o alrededor del Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón.

Con los años irán apareciendo edificios más altos y nuevas referencias para la zona. Junto al Colegio de las Esclavas se creará el Parque de Pablo Picasso, al otro lado, en el Rollo, aparecerá el edificio multiusos del barrio, y al final del Paseo del Rollo se hará una glorieta en la que se establecerán las escultura del Comunero Maldonado, la ninfa y naturalmente el rollo que da nombre a la zona y que viajó desde el convento de Las Bernardas a la Plaza de Santa Teresa y de aquí al Rollo, donde se establecieron también en los años sesenta las Franciscas de la calle Azafranal, una historia que ya contamos en otra ocasión, protagonizada por el arquitecto Antonio Fernández Alba (1927-2024) recién fallecido.

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