Sociedad

Las otras Cármenes

Nuria, Julia o Angelines han vivido la presión de un desahucio

Bernardina Bindang, 42 years old, a single mother of 5 children, right, gestures next to a housing right activist as she waits to be evicted in Madrid, Spain, Tuesday, Nov. 18, 2014, but the eviction was finally postponed with the help of the Victims' Mortgage Platform (PAH). The landlord's loss of the apartment to Ibercaja bank is causing Bernardina Bindang's eviction. Bindang, from Equatorial Guinea and two of her children were renting a foreclosed apartment that was owned by a friend who stopped paying his mortgage fee, and she tried to negotiate to pay a low rent to the bank but the bank demanded her eviction, until the intervention of Victims' Mortgage Platform (PAH). (AP Photo/Andres Kudacki) / Andres Kudacki AP

En Getafe, Angelines fue desahuciada por falta de pago hace veinte días, el pasado cuatro de noviembre. A sus 67 años se ve en la calle y sin tener acceso a sus pertenencias. "Me han acogido unos amigos, todas mis cosas se han quedado dentro: ropa, documentos, muebles... todo", cuenta que no solo las suyas. También las de su hijo, parado de larga duración: "Con una pensión de 600 euros, no me puedo imaginar cómo voy a pagar".

Angelines ha solicitado ayuda a las administraciones públicas y por ahora nadie le ha planteado una solución. Ha visitado las sedes del IVIMA y del Ayuntamiento donde le explican que no hay alquileres sociales: "No lo entiendo, tienen un montón de pisos vacíos". Su única esperanza pasa porque estas instituciones le planteen una alternativa al techo donde llevaba doce años viviendo.

"Mañana va a ser un día chungo", explica Julia con 80 años ya tiene su casa empaquetada, mañana tiene que marcharse de su barrio, Carabanchel. "O nos vamos o nos echan a patadas", cuenta mientras abre la puerta a miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca que van a ayudarla a preparar las cajas. Julia recuerda como esta situación comenzó cuando le operaron la cadera. "Al salir del Hospital me enteré de que la Empresa Municipal de la Vivienda había vendido los pisos a un fondo buitre, a partir de entonces el precio del alquiler no hizo nada más que subir y no pude pagarlo", se sincera al explicar que se tuvo que plantear pagar la comida o la renta mensual: "Si pago la casa no comemos, no solo yo, tampoco mi hija que está enferma".

Desde que le llegó la fecha de desahucio ha peleado para conseguir una alternativa, ha protestado por la venta de los pisos y le ha pedido a Ana Botella que le reciba: "No nos quiso atender, fuimos con nuestros abogados. Casi nos echan a palos los policías, yo me puse a gritar 'que salga la alcaldesa, que salga la alcaldesa' y ella no salió, no dio la cara". Al final, la PAH ha conseguido que los Servicios Sociales del Consistorio le den una alternativa, tiene una casa asignada en la Colonia Marconi aunque por ahora no está preparada. Sin agua, sin gas y sin luz; así está ahora mismo este piso al que Julia tendría que entrar a vivir mañana.

Nuria ha conseguido posponer su fecha de desahucio en dos ocasiones, pero eso ha supuesto que en esas dos ocasiones haya tenido que empaquetar todas sus pertenencias. El primer día fue el 3 de octubre y el segundo el 22 del mismo mes, la presión de los activistas ha hecho que se lo prorroguen hasta el mes de enero. Ella quiere que por lo menos su hijo pequeño pueda acabar el curso, es decir, que le den una moratoria para junio.

En todos estos casos la ayuda de los miembro de la PAH ha sido fundamental. "Son gente encantadora, se quedan a dormir contigo si tienes un desahucio a primera hora", cuenta esta vecina de Entrevías, el mismo barrio en el que Carmen vivía. "No se comprende que echen de su casa a una señora de 85 años, es una pena", cuenta. Carmen, no es un caso aislado. Nuria, Angelines, Julia, Umberto... son los casos que la PAH tiene en la agenda para buscarles una solución.

 
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