Historia | Ocio y cultura

Así era la Cuesta de San Vicente hace un siglo

En nuestra sección de fotos antiguas recordamos historias de la Cuesta, los Bomberos y un recibimiento del Deportivo Alavés muy especial

La Cuesta de San Vicente en 1914 / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria

Vitoria

La fotografía del Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz, obtenida por Enrique Guinea hace 101 años corresponde a la Cuesta de San Vicente.

Con unas poleas varios operarios elevan una campana, para ser colocada en el correspondiente alojamiento, en la torre de la Iglesia de San Vicente. Vean la pericia del operario subido en el borde del tejado, provisto de “ todas las medidas de seguridad“, tirando de la soga junto a sus compañeros situados a pie de calle.

El acceso a la parroquia se efectuaba a través de unas gradas al aire libre sin ser protegidas por un pórtico, el cual sería construido junto con la casa cural lindante en 1931. En ese año desaparecería el flamante caserón que hacía esquina con la Kutxi. En la planta baja del edificio que sustituyó a este último, estuvo durante muchos años la tienda de Ultramarinos Medina, en cuya fachada había un cartel fijo de grandes proporciones de Mosto Palacio, bebida elaborada por las bodegas del mismo nombre en Laguardia.

En La Cuesta estaba el Parque de Incendios, que se había instalado en 1910 unicamente con planta baja, tal como se observa en la foto antigua y que se reformó en 1927, adquiriendo el aspecto que vemos en la foto actual. En las plantas superiores se construyeron viviendas para los bomberos, de acuerdo con el dato que nos ofrece Venancio del Val, en su libro “Calles Vitorianas”.

El parque de vehículos de que disponían los bomberos, contó con uno nuevo en los años veinte, al adquirir el Ayuntamiento un camión contra incendios “Magirus” modelo “Bayern”, con ruedas de madera y neumáticos de goma maciza.

El Departamento de Bomberos Voluntarios de Freising (Alemania) conserva un vehículo exactamente igual, mostrando en su página de internet los avances técnicos en aquel momento, de aquella “maravilla”: velocidad máxima 55 km/h.; capacidad de la bomba 1.150 litros/minuto; altura de aspiración hasta 8 m. transmitiendo a una distancia de 75 m; galería principal con escalera corredera (Longitud: 7,40m); 2 rollos de manguera; lámpara eléctrica con trípode y cables de extensión.

En 1974 el Deportivo Alavés competía en el grupo segundo de la tercera división y aspiraba a jugar en categoría superior.

A falta de una jornada para concluir la competición el Alavés se encontraba en la clasificación con un punto menos que el Eibar, que encabezaba el grupo. El primer puesto daba acceso directo a segunda división, ya que no existía la segunda B.

En esa jornada final el Alavés vencio al Getafe por 3 a 1 en el campo madrileño de Las Margaritas, con goles de Quintana, Pana y Uriarte, perdiendo el Eibar 1-0 ante el Moscardó. Con estos resultados “El Glorioso” consiguió el ascenso de categoría.

El flamante y reluciente Magirus de los bomberos, fue el encargado de transportar a la plantilla victoriosa desde el Alto de Armentia hasta la Virgen Blanca, donde fue recibida por un gentío junto a su entrenador, el debatarra Román Galarraga. Así lo vemos en la foto de Arque del Archivo Muncipal.

La alineación alavesista en aquel partido cuyos jugadores viajaron en olor de multitudes en el vehículo Bayern fue la siguiente: Tobalina; Frutos, Montejo, Tella; Luisi, Ziaurriz; Pana, Quintana, Docal (Uriarte min. 45), Arambarri y Hernandez (Cerezo min. 80).

Angel Izagirre Erostarbe a finales de los setenta y principios de los ochenta, era el responsable de la información deportiva en Radio Vitoria, entonces asociada a la Cadena Ser. Sus programas eran completísimos, abarcando todas las modalidades y dedicando la mayoría del tiempo en sus espacios al deporte aficionado. Decía, en mi opinión acertadamente, que el deporte no solo era el Baskonia y el Alavés.

En aquellos años se celebró una prueba de atletismo, cuya meta se encontraba en La Cuesta. Angel, como buen profesional sabía que las manifestaciones mas sinceras, sin pelos en la lengua, las realizan los protagonistas de una victoria nada mas cruzar la meta. Hay que cogerlos en “caliente”. Así que provisto de una grabadora al hombro con “cebolla”, acudió a la velocidad de un “maserati” a cazar al ganador.

¡Oh fatalidad!, cuando estaba a la altura del vencedor de la prueba, se abrió la tapa donde se alojaban las pilas de la grabadora, y todas ellas rodaron por la pendiente.

¡Adiós entrevista!

Nuestro agradecimiento al Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz.

 
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