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La espada priva a Miguel Ángel León de cortar la única oreja de la tarde

El novillero de Gerena cuajó la única faena notable al ejemplar de Algarra que abrió plaza

Sevilla

El novillero de Gerena Miguel Ángel León ha cuajado la única faena notable de la tarde en el festejo de abono celebrado este domingo en la Real Maestranza de Sevilla, aunque el fallo final con la espada le privó de cortar al menos un trofeo.

Se han lidiado novillos de Luis Algarra -el sexto, sobrero de la misma ganadería-, bien presentados y de escaso juego en conjunto a excepción del que abrió plaza, que sacó buen fondo a pesar de estar justito de fuerzas.

Miguel Ángel León, dos pinchazos y estocada desprendida (leves palmas); pinchazo y estocada (silencio).

José Ruiz Muñoz, estocada desprendida (silencio); estocada defectuosa, cinco descabellos y estocada atravesada (silencio tras aviso).

Pablo Aguado, pinchazo hondo (silencio tras aviso); media estocada y más de una docena de descabellos (silencio tras dos avisos).

Ángel Odero saludó tras banderillear al sexto bis de la tarde.

La plaza registró más de media entrada en tarde muy agradable.

Miguel Ángel León fue quien más cerca tuvo el triunfo. Fue en el primero, que de salida se fue sueltecito, pero metiendo muy bien la cara en los capotes. Tuvo poquita fuerza el de Algarra, aunque sacó a relucir su buen fondo cuando el de Gerena acertó a dejarle la muleta puesta por ambos pitones. Fue una pena el fallo con la espada porque hubiera caído la primera oreja de la tarde. El cuarto, muy desclasado, sólo admitió una serie de muletazos.

Sin rematar faena de muleta, José Ruiz Muñoz, sobrino nieto de Curro Romero, sí demostró atesorar una gran calidad como capotero. Cuando fijó a su primero, lo cuajó a la verónica en los medios, rematando con tres medias. Con la pañosa hubo una primera serie prometedora, pero el animal se vino pronto abajo. Al quinto, lo lanceó de salida a cámara lenta y hasta ahí, porque, cuando intentaba llevarlo al caballo, el de Algarra le pegó una colada por el pitón derecho que le puso en serios aprietos. Recompuesto el torero del tremendo porrazo que se pegó en las tablas, el novillo quedó muy agarrado al piso no dando opción alguna al lucimiento.

Se presentaba ante sus paisanos Pablo Aguado tras su estreno con los del castoreño en Olivenza a principios de marzo y sí algo demostró es tener el oficio bine aprendido, eso sí, con el lunar del descabello que casi le cuesta los tres avisos en el que cerró plaza. Su primero se rajó en la tercera serie y Aguado insistió en vano. Al sexto lo recibió en la muleta con el cartucho de pescao para después hacer una faena irregular, como la embestida de su enemigo. La firmeza del torero se impuso finalmente a algunos enganchones y a la brusquedad del novillero, salvó con el pero ya hecho del descabello.

 
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