Lo que nadie cuenta del Tratado de Libre Comercio

Santa Cruz de Tenerife

Han sido años de negociaciones secretas del Tratado de Libre Comercio entre Europa y Estados Unidos y no es hasta hace muy poco que el asunto ha llegado a la opinión pública. Lo tildan de camino sin retorno y afectará significativamente a la vida cotidiana. Ahora bien, ¿en qué sentido?

Según Antonio Pérez (CCOO) el acuerdo pretende homologar espacios para liberar la actividad económica, así que previene de los ajustes que habrán de acometerse en múltiples campos, desde el de los cosméticos (hay más de un millar de cosméticos prohibidos en Europa, frente a apenas una decena en Estados Unidos) hasta el de la alimentación (el hormonado de la carne de vacuno no se permite en Europa, pero sí en Estados Unidos). Son algunos ejemplos. Asimismo, las relaciones laborales se verían modificadas y "las multinacionales podrían acusar a los gobiernos si creen que han perdido negocio", alerta el portavoz sindical.

No sólo los bienes, también los servicios se verían afectados por el acuerdo. Jorge Bethencourt, portavoz de la Asociación Canaria para la Defensa de la Sanidad Pública, teme que hospitales, laboratorios, pruebas como radiografías... pasen sin pudor a la gestión privada en una comunidad que, señala, está entre las tres que más privatiza del país.

¿Qué hacen mientras los gobiernos? Poco o nada. De hecho, Mario Escuela, presidente de la Unión de Pequeños Agricultores reprocha al Gobierno de Canarias que no le esté prestando al TTIP "la atención que necesita". Ante la amenaza de eliminación de aranceles que protegen la producción local, los trabajadores del campo siguen las filtraciones del acuerdo con temor. En concreto, los tomateros, acostumbrados a los embates de las negociaciones entre Europa y Marruecos, exigen el cumplimiento de la seguridad alimentaria europea, pues, como explica Gustavo Rodríguez, portavoz de la plataforma en defensa del tomate, se eliminaría el principio de precaución, que ante la duda sobre la inocuidad de un producto, desautoriza su comercialización. En todo caso, los agricultores indican que "el modelo industrial americano no tiene nada que ver con el familiar europeo".