... pero sigue muy vivo

Eibar

Derrota justa del Eibar en Ipurua contra el Celta. No se puede decir otra cosa. El equipo celeste le dio una auténtico baño de juego al conjunto armero. Tuvo la pelota, la supo manejar, le hizo sufrir y sólo le faltó materizalizar los numeroso acercamientos que murieron en las cercanías del área defendida por Xabi Iruretagoyena. Todo eso es cierto. Pero no lo es menos que el Eibar, pese a sentirse en evidente inferioridad y completamente dominado, no se rindió nunca, no bajó los brazos y supo cometir muy entero hasta el final del partido, por lo que el run run de un posible empate merodeó durante toda la segunda parte. Inckusó, lo llegó a acariciar con un larguero.

El Eibar demostró contra el Celta que está muy vivo. La derrota le deja tocado, le perjudica bastante en sus aspiraciones de conseguir la permanencia en Primera, pero también le debe servir como estímulo, por su capacidad competitiva, porque enseñó a todos sus rivales que llega muy entero a la recta decisiva de la pelea por la salvación. Y no todos los equipos van a tener tanto dominio y posesión de balón como el Celta. Con la misma entrega que se puso contra los gallegos, a nada que se logre tener más la pelota, en Almería el equipo estará más cerca de volver con premió en la mochila que de vacio. Y Almería es un partido vital.

Con todo, el Eibar no empezó mal el partido. Le daba la alternativa al Celta, pero creaba peligro en sus transiciones en ataque. El partido tenía un ritmo alto, y en ese escenario de toma y daca no se encsontraba a disgusto el Eibar. Pero esa intensidad se fue apagando a media que el Celta lograba una mayor posesión, con la que parecía dormir el partido. El Eibar se echaba atrás, robaba más lejos de la portería rival y ya no metía el miedo en el cuerpo al Celta, que por tanto adelantaba líneas y jugaba cada vez más cerca de la portería de Irureta. Primero avisó con un penalti inexistente a Larrivey que el asistente de Velasco Carballo se encargó de sancionar en contra de los gallegos (porque el colegiado madrileño no había tardado nada en señalar el punto de los 11 metros). Después, marcó Orellana pero el balón le había pegado previamente en la mano. Y a la tercera, el penalti de Didac Vilá a Santi Mina fue claro. Y Nolito no falló.

Garitano no tardó en introducir los cambios. Tenía que arriesgar porque el partido se le estaba escapando. Metió pólvora arriba, pero fue sólo fuego de artificio. Porque Manu del Moral y Piovacari salieron muy enchufados, pero se diluyeron como la gaseosa. Y Celta seguía a lo suyo. Mucha posesión, mucho dominio del partido. Y muchas ocasiones, aunque en todas ellas siempre faltaba algo: punería en el pase o puntería en el remate. Parecía un milagro que el Eibar llegara a los últimos diez minutos sólo con el 0-1 de la primera parte. Y los armeros lo aprovecharon. Remaron y remaron a contracorriente, se fajaron, se vaciaron, se dejaron todo sobre el césped. Con mucho corazón, y mucha garra... porque la cabeza la ponía el Celta. Pero no remataba su faéna. Y el Eibar se aferraba a su oportunidad. La tuvo Didac Vilá con un zurdado espectacular que dejó temblando el larguero de la portería de Sergio. No entró y ahí murió el partido. Pero no el Eibar, que demostró estar muy vivo.