“Su delito fue ser socialista”
Entregan los restos de Ángel Antuñano, asesinado durante la Guerra Civil, a su familia en un acto celebrado en Valdegovía
Vitoria
Fue de madrugada. A altas horas. Un 7 de septiembre de 1936. Ángel Antuñano es arrancado de la cama, donde duerme junto a su sobrino de 6 años, y llevado a al alto de La Horca, en Álava, donde es fusilado. “Todos sabíamos que estaba ahí, pero no podíamos hacer nada”, nos cuenta su sobrina, Laudelina.
Ésta es una historia de dolor y silencio. La que ha vivido la familia de Ángel y otras muchas familias que todavía buscan los cuerpos de sus antepasados asesinados durante la Guerra Civil Española.
Ángel nació en 1900 en Castricciones de Losa, Burgos. Partió a Cuba en 1927 por causas de trabajo y cuando volvió a casa fue detenido y “paseado” junto con López, 36 por dos conocidos bandidos carlistas. Su delito, ser socialista.
“Era socialista, pero era una buena persona”, nos dice su sobrina, que por fin ha podido recibir de la mano del Gobierno Vasco y el Ayuntamiento de Valdegovía los restos de su tío en emotivo acto que ha servido para cerrar otro pequeño capítulo de las heridas que dejó la contienda y que todavía permanecen abiertas.
El cuerpo de Ángel podría haber permanecido allí para siempre, casualidades de la vida, el destino quiso que uno de los miembros de la Asociación para la recuperación de la memoria histórica Gogoan Sestao, Patxi Domínguez, fuera testigo de la conversación en un bar que le puso sobre la pista del lugar dónde se hallaban los cuerpos. Y tiró del hilo.
Localizó a Odón Molinuevo, vecino de Bóveda, un hombre de 94 años que fue testigo de lo ocurrido, y junto a él acudió a La Horca. “Levantó el dedo y dijo ahí están”, nos cuenta Patxi.
Y allí estaban, sí, los cuerpos de Ángel y un tal López, que todavía no ha sido identificado.
Gracias a los trabajos de la Sociedad Aranzadi, los cuerpos fueron exhumados el 23 de septiembre de 2014. “A las cuatro y diecinueve salió un húmero de la fosa número uno y los miembros de la sociedad Aranzadi confirmaron que era uno de los huesos de Ángel”, relata Patxi, al que, tras siete años de trabajo e investigación se le saltaron las lágrimas al confirmar que allí yacían los cuerpos de los fusilados.
Tras más de 78 años cubiertos por la tierra, el miedo y el olvido, la familia de Ángel ha recibido ya sus restos. “Los vamos a enterrar junto a los cuerpos de sus padres, junto a la familia”, confirma su nieta.
Es el cierre de una historia y una herida, aunque ¿cuántas quedan aún abiertas?