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El ruido por tráfico se ha convertido en la eterna pesadilla del barrio de Batán

Por el paseo de Extremadura pasan diariamente cerca de 150.000 coches

La contaminación acústica impide a los vecinos de Batán abrir las ventanas para ventilar

Llevan años esperando el soterramiento de la carretera, aprobado en 2009

Madrid

En el barrio de Batán, la contaminación acústica es tan elevada, que uno de sus colegios, el Lourdes, se construyó sin ventanas en el lateral que da a la carretera. Profesores como Marisa aseguran que dentro del colegio el ruido afecta menos porque los muros son muy gruesos pero reconocen que en las cuatro aulas más cercanas a la carretera "hay mucho ruido", por lo que algunos alumnos han tenido que acostumbrarse a dar clase con el paso de los coches como sonido de fondo.

Los más perjudicados son los vecinos que viven en el paseo de Extremadura. La calle, que en los años 60 era un agradable paseo arbolado con dos carriles de coche, según recuerdan los que llevan allí toda la vida, se convirtió en la antesala de la A-5 hace más de 30 años... Desde entonces la contaminación acústica por tráfico supera todos los niveles establecidos por la Organización Mundial de la Salud, que dice que en zonas residenciales no se deben superar los 55 decibelios. Ellos alcanzan, según las mediciones que recuerdan los vecinos, los 75 decibelios.

Cuando el paseo se convirtió en carretera, recuerda Cándida Campiña, vecina del barrio de toda la vida y actual presidenta de la asociación de vecino de Batán, "pasaban muy pocos coches". El problema es que desde entonces con el auge de las ciudades dormitorio el tráfico se ha cuadruplicado, cerca de 150.000 vehículos pasan por allí cada día, pero las infraestructuras siguen siendo las mismas de hace 40 años. El ruido se ha convertido, así, en la pesadilla sin fin de los vecinos de Batán.

Los que viven junto a la carretera, o han podido permitirse económicamente instalar ventanas insonorizadas, que son los menos, o han tenido que buscar soluciones más rudimentarias. Unos han puesto una doble ventana y además han añadido contras metálicas en la fachada que cierran a cal y canto ventanas y balcones. "Viven en una cárcel", asegura Campiña, que insiste en que la cantidad de coches que pasan es tan elevada que vibran las casas. "Con ese ruido y esos temblores constantemente, las 24 horas del día, no se puede vivir", sentencia, y recuerda que muchos vecinos de la zona se han ido, abandonando sus casas porque venderlas o alquilarlas es prácticamente imposible, precisamente por las lamentables condiciones de habitabilidad.

Jesús es uno de los vecinos que no se ha ido. Lleva 24 años viviendo junto al paseo de Extremadura y mientras se corta el pelo en la peluquería de al lado, asegura que apenas pueden ventilar la casa. "Somos unas 3.000 familias en primera línea de playa", ironiza. Y es que si abren las ventanas tienen la sensación de que se les meten los cohes dentro de sus hogares. Además, "con el ruido no se puede ni hablar en casa", añade. Su peluquero, que hace 18 años que viven¡ y trabaja a pie de carretera lamenta que la situación es la misma desde hace tantos años que ya están casi acostumbrados.

Se han resignado a convivir con el ruido, y la contaminación ambiental, pero aún así todos recuerdan el famoso soterramiento de la carretera que les prometieron en 2009. "Fue aprobado por todos los partidos políticos", recuerda Campiña, que en aquel entonces consideró aquella unanimidad como la prueba irrefutable de que el proyecto se llevaría adelante. "Tenían que empezar en 2011, pero con la crisis nos dijeron que no había dinero", lamenta. Y es que la presidenta de la asociación de vecinos está convencida de que el soterramiento de la carretera sería la solución a todos sus problemas.

Compromiso contra el ruido

Precisamente hace unos días el Ayuntamiento de Madrid publicaba la carta de control del ruido en la que se compromete a llevar un control permanente del ruido que se genera en la ciudad. Un mensaje que, según Jorge Pinedo, abogado miembro de la asocaicion de Juristas Contra el Ruido, no tiene nada de novedoso. "El Ayuntamiento siempre ha tenido la obligación del control, la vigilancia y la sanción de las actividades clasificadas", sentencia, y asegura que la Comunidad ya tiene un reglamento desde los años 60. Pinedo considera que hace mucho tiempo que las autoridades no actúan con la diligencia que corresponde y entiende esa carta como una estrategia preelectoral.

Una visión que coincide con la de los vecinos de Batán, que hace tiempo que perdieron la esperanza de que los políticos pongan remedio a su problema. Lo creyeron en 2009, cuando dentro de la Operación campamento se aprobó el soterramiento de la carretera de Extremadura. Las obras se iban a iniciar en 2011 pero "con la crisis, todo cayó en saco roto", recuerda Campiña. Recuerda que estos días han ido a visitar el barrio varios candidatos, entre ellos el socialista Antonio Miguel Carmona o el candidato de Podemos a la Comunidad, José Manuel López, y aunque reconoce que se sintió satisfecha al ver la sopresa y el interés de todos ellos, asegura que ya no cree en promesas sino sólo en soluciones sobre el terreno.

 
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