Madrileños de Mauthausen

Madrid

Los datos actualizados que maneja Carlos Hernández, autor Los Últimos españoles de Mauthausen, apuntan a que fueron, al menos, 546 los madrileños que estuvieron prisioneros en los campos de concentración nazis. Apenas un tercio de ellos lograron salir con vida de allí. El resto solo pudieron hacerlo convertidos en humo y cenizas a través de la chimenea del crematorio.

El periodista Carlos Hernández, sobrino del deportado murciano Antonio Hernández Marín, entrevistó a un total de 18 supervivientes españoles; la práctica totalidad de los que quedan con vida y con la salud necesaria para recordar todo el horror sufrido.

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Pese a no quedar ningún madrileño con vida, en la obra se recupera la historia y/o la voz de siete deportados madrileños. Hombres como Vicente Delgado que trabajó en los terribles túneles de Gusen, destinados a albergar fábricas subterráneas de armamento que estuvieran a salvo de los bombardeos aliados. Delgado explicaba en unas memorias que su hija Annie cedió al autor cómo morían diariamente decenas de prisioneros por los malos tratos de los SS y el trabajo esclavo que tenían que desempeñar: «Cada equipo trabajaba doce horas seguidas. Los aviones aliados nos visitaban con frecuencia. Los túneles estaban construidos sólidamente, pero cuando bombardeaban se apagaban las luces y nos quedábamos sumidos en la más absoluta oscuridad». Vicente recordaba el pánico que sentía en esos momentos en el interior de unos túneles «que estaban llenos de orines y excrementos de los propios prisioneros».

Quizás una de las historias más sorprendentes y también más reveladoras de las que se cuentan en el libro es la del deportado madrileño José Fontanet y su hija Josefa. Madrileño y miembro de la CNT, José Fontanet saltó de la guerra de España a luchar en Francia contra las tropas nazis. Deportado a Mauthausen en septiembre de 1940, falleció en el cercano subcampo de Gusen 14 meses después. Lo que parece casi increíble es que 74 años después de su muerte, su hija Josefa seguía dudando si habría sobrevivido o no a la Segunda Guerra Mundial. Fue el autor en el año 2013 el que, siguiendo el rastro de José, dio con ella y le reveló la terrible noticia. Josefa se quedó conmocionada en un primer momento, pero pasados algunos días afirmó sentirse triste pero, a la vez, reconfortada.