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SALUD

Andalucía tiene las tasas de obesidad y sobrepeso más altas de España

El ejercicio físico es fundamental para combatir estos problemas

Sevilla

Andalucía es la comunidad autónoma con las tasas de obesidad y sobrepeso más altas de España y, en general, "cada vez se come peor" en el conjunto del país, ha advertido la doctora Griselda Herrero, del Departamento de Biología Molecular e Ingeniería Bioquímica de la Universidad Pablo de Olavide.

Ha lamentado que "teniendo a nuestro alcance las bases de una alimentación saludable, como es la dieta mediterránea, seamos incapaces de llevarla a cabo".

Herrero ha realizado estas declaraciones con motivo de la inauguración del curso "Alimentación emocional: nutrición, genes y emociones", que la doctora dirige en el marco de los cursos de verano que la UPO celebra en su sede de Carmona, y donde esta tarde pronuncia la conferencia "Alimentación saludable, cerebro saludable" e imparte el taller titulado "Despensa emocional", ha informado la Universidad en un comunicado.

Según la doctora, estamos ante un "problema de salud pública que atañe a la educación, a la industria alimentaria (con la que no existen las restricciones suficientes) y a la sanidad", al tiempo que ha lamentado que la figura del dietista-nutricionista no tenga relevancia en España, "justo lo contrario de lo que ocurre en la mayoría de los países europeos".

A su juicio, "el equilibrio mente-cuerpo" es la base principal para establecer una dieta sana, para lo que es fundamental que la mayor parte de los alimentos de la dieta sean de origen vegetal, tales como frutas, verduras, hortalizas, legumbres y leguminosas, frutos secos y cereales integrales, y evitar el consumo de "alimentos superfluos", que "no aportan verdaderos nutrientes y son innecesarios para el normal funcionamiento del organismo".

En relación a la dieta, ha asegurado que el concepto está "equivocado" y asociado a dos aspectos negativos.

Por un lado, pensar que hacer dieta es algo transitorio, cuando en realidad se trata de un proceso, de un estilo de vida y, por otro lado, el término posee unas connotaciones negativas, puesto que se "asocia a sufrimiento, privación de alimentos, problemas en las relaciones sociales al comer fuera de casa, al hambre".

Todas estas sensaciones -ha advertido- "pueden provocar el efecto contrario y potenciar el hambre emocional en lugar de ayudarnos a perder peso".

De hecho, el 90 % de las personas que han seguido un tratamiento de pérdida de peso, a los cinco años han recuperado el peso perdido, o incluso más.

Griselda Herrero ha explicado que el estado emocional "puede modificar los patrones neurofisiológicos que controlan el hambre y la saciedad, así como los patrones bioquímicos ligados al metabolismo".

Asimismo, las emociones, los sentimientos o el estado de ánimo en general "pueden afectar a la regulación de los genes, modificando la expresión de genes relacionados con la ganancia o pérdida de peso, con el metabolismo o con el control de la ingesta".

En este sentido, ha argumentado que la alimentación emocional puede conducir no sólo a un problema de peso sino también a enfermedades asociadas a una incorrecta alimentación, como obesidad, diabetes, cardiovasculares o alteración del tiroides.

También puede derivar en problemas psicológicos que pueden afectar a la calidad de vida y, por tanto, a la salud.

Para combatir una mala gestión emocional de la alimentación, la doctora Herrero recomienda, por ejemplo, la práctica de la actividad física y tratar de buscar actividades que produzcan bienestar.

 
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