Historias de un café

Madrid

El Café Comercial ha inspirado películas, ha sido un lugar de intercambio de ideas entre numerosos intelectuales, fue uno de los primeros bares en dar trabajo a camareras y pionero en servir platos combinados en Madrid. Y es que 128 años dan para mucho. El pasado lunes, el famoso café echó el cerrojo y, desde entonces, muchos madrileños lamentan su pérdida en el propio escaparate del local, que se ha transformado en un improvisado homenaje a un lugar que unió miles de historias y fue testigo de otras tantas. Hoy, en A vivir Madrid, hemos querido acercarnos al número 7 de la Glorieta de Bilbao a través de los recuerdos de sus clientes habituales.

Esta semana ha sido dura para Rafa, cuyo quiosco está frente al Comercial. Muy apenado, nos dijo que esta noticia aún le resulta increíble: “Esto nos afecta en todo. De momento, nos afecta hasta en el sueño. Me acuesto pensando en el café y me levanto pensando en el café”. Desde su quiosco, cada día veía entrar y salir a los clientes de este histórico lugar y, con el paso de los años, quienes trabajaron allí se convirtieron en amigos. Uno de los camareros a los que hace alusión el quiosquero de la Glorieta de Bilbao es Felipe, un hombre que ha pasado gran parte de su vida en el Comercial. “Yo llevaba aquí 36 años trabajando y la verdad es que estamos todos un poco malos”, relató este trabajador al que le ha pillado por sorpresa el cierre.

Los clientes habituales del Comercial darían lugar a una lista interminable, pero este sábado hemos hablado con alguno de los imprescindibles. Enrique Redel, el fundador de la editorial ‘Impedimenta’, nos contó que fue a diario al café durante gran parte de la década de los 90: “Cuando tenías ganas de refugiarte del calor de fuera, el Comercial era una zona clave y tanto mi mujer como yo nos pasábamos allí las horas, siempre en la misma mesa. Era nuestra mesa”. Iba allí a estudiar, a escribir, a mirar… A su lado, siempre una taza de café que alargaba todo lo que podía. Según su opinión, el Comercial no era un sitio de “postureo”, sino que tenía algo que lo hacía fresco, completamente accesible y democrático para todo el mundo. Tenía, en definitiva, “un cierto toque canalla”.

El lunes, Enrique se tuvo que despedir, como tantas otras personas, de un lugar que fue muy importante en su vida personal, pero también en la profesional, ya que era un sitio recurrente donde quedar con infinidad de autores de su editorial. Hay muchos profesionales de la literatura, el cine y las revistas que allí encontraban un refugio y también cierta inspiración. Ese es el caso de Diego San José, uno de los guionistas de ‘Ocho apellidos vascos’ y cliente habitual del Comercial, un café con el que, según dice, está “en deuda”, ya que le ha resuelto varios bloqueos creativos. En concreto, recordó que estaba especialmente atascado en una escena de ‘Pagafantas’ que logró resolver en la parte de arriba del café trabajando mano a mano con Borja Cobeaga. Según contó en A vivir Madrid, el Comercial era un punto de encuentro para hablar de los personajes y las escenas que formarían parte de una película. No le molestaba que hubiera gente alrededor, ya que eso le hacía pensar que el trabajo en realidad era un momento lúdico. “Yo soy de Irún y las conexiones que puedo tener con Madrid no son de haber nacido, de sentir la ciudad como mía, pero sí que es cierto que con cosas como el Café Comercial, que son sitios donde yo he vivido, he echado lazos de sentirme madrileño”.