Los 'Ceres', luces de su gran noche y sombras para el futuro inmediato
Actores, directores y productores vuelven a pedir la bajada del IVA cultural, entre críticas al gobierno, en la última edición en que la Junta va a financiar los premios si mantiene su postura
Mérida
La reivindicación de la bajada del IVA cultural estuvo presente en el discurso de la mayoría de los premiados de esta cuarta edición de los Premios Ceres que reconoció la labor a 14 profesionales del mundo del teatro entre ellos a José Sacristán que recogió el premio visiblemente emocionado de manos de Concha Velasco.
Sacristán dedicó el premio, entre otros, a su amigo Fernando Fernán-Gómez; recordó su primera actuación en Mérida en 1964 y lanzó este mensaje reivindicativo: "Basta ya del necio culturicidio", en referencia a la política cultural en general y al IVA del 21% en particular. Pedro Casablanc obtuvo el premio al mejor actor y el de mejor actriz recayó en Aitana Sánchez Gijón por su interpretación de Medea.
Una gala no exenta de protestas como en ediciones anteriores por parte de colectivos del activismo social, que consideran el presupuesto de los premios excesivo (500.000 euros más IVA) y que es necesario invertirlo en emergencia social.
También el presidente del jurado, Antonio Resines, incidió en e problema de la alata fiscalidad y se congratuló, dirigiéndose al presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara ("De presidente a presidente", dijo entre risas del público) de la continuidad que deben tener los premios independientemente del color político que gobierne Extremadura.
Más un deseo de Resines, que una certidumbre, porque para el año que viene la alternativa obligada de tiene la organización que lidera Jesús Cimarro es buscarle financiación privada porque la Junta mantine su posición de no financiarlos más mientras haya emeregencia social y se prioricen en ellas las inversiones.
La gala estuvo amenizada por la actuación de Luz Casal y José Mercé, quien encandiló al público con Al Alba de Aute que resonó en todo el teatro romano. Predominio de la música y los efectos digitales sobre la piedra del Romano en el montaje, en la línea de la edición anterior, y lleno de público como es habitual.