La roca rojiblanca

Gijón

No hay quien le meta un gol a este Sporting. No lo consiguió el Madrid de Cristiano, Bale y compañía, ni lo hizo la Real Sociedad que ha tirado de chequera para aspirar algo más que la mera permanencia. Ambos se encontraron con un equipo que es una roca, que disfruta defendiendo, que ha encontrado en Bernardo y Luis Hernández una pareja de centrales antológica. A su alrededor las piezas se mueven casi de memoria. Y, si alguna vez el engranaje tiene una fisura, aparece Cuéllar. El extremeño protagonizó en Anoeta una parada que le hubiera convertido en el héroe del partido si el árbitro no hubiera anulado la jugada por fuera de juego.

La película no es tan distinta a la del año pasado. El Sporting es casi imbatible, trabajador, solidario. Hacerle un gol es una misión casi imposible. En ataque, como en Segunda, le cuesta más. Tiene ocasiones, pero necesita muchas para marcar. Aunque para el optimismo en esa faceta hay que reseñar el descubrimiento de Sanabria, que con un juego de espaldas y una capacidad para proteger el balón brillantes puede darle muchas opciones al equipo de Abelardo. Halilovic y Mascarell también debutaron; el primero apareció más que el segundo, aunque el croata aún necesita rodaje. Cuando coja la chispa y se atreva a encarar más, puede volver locos a los rivales.

El Sporting no fue inferior a la Real Sociedad, pese a jugar fuera de casa y ante un equipo con importante potencial. Sólo en los primeros minutos de la segunda mitad los donostiarras encerraron al equipo rojiblanco, con un Bruma que hizo en esa fase lo que no mostró durante el resto del encuentro. Luego el partido se igualó. El Sporting no sufrió demasiado, salvo en alguna acción puntual, como el disparo de De La Bella que buscó la escuadra en el último minuto, que se fue fuera por poco.

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Dos partidos, dos puntos. Ningún gol marcado, pero ninguno encajado. Teniendo en cuenta que enfrente ha tenido al Real Madrid y a la Real Sociedad en su campo, el bagaje es muy valorable. El equipo sigue siendo una roca, un rival muy difícil de ganar. En cuanto aparezca la chispa en ataque, los rojiblancos pueden dar mucho de qué hablar.