La firma de Carlos Prieto

Asturias

Este Gobierno inestable, nervioso y con fecha de caducidad, que ha convertido los consejos de ministros de los viernes en una especie de tómbola de las últimas oportunidades, con el único objetivo de arañar votos, anuncia ahora que aprobará el nuevo estatuto energético dos días antes de las elecciones. El documento, de salir adelante, permitirá dotar a las empresas de un precio de la electricidad estable, predecible y competitivo, lo que sin duda es vital para las grandes industrias asturianas, que amenazan con deslocalizaciones y cierres ante los retrasos y las negativas de los diferentes gobiernos a tratar en serio los precios eléctricos. No sé si esos viernes sociales que promueve el gobierno con tantas alaracas sirven de algo o son voces en castañeu que decimos en nuestra tierrina. No sé si son medidas desesperadas de un gobierno exprés o estamos en el ‘Black-Friday’, pero me pregunto si no tuvo tiempo suficiente para gobernar. Porque además, los decretos ley aprobados dejan muchas dudas sobre si podrán ejecutarse y otras grandes promesas, como la derogación de la reforma laboral, de la que hizo bandera Pedro Sánchez, ahí sigue y me temo que por mucho tiempo. Como los alquileres, o el dislate de Franco, al que en el debe del Gobierno quedará el haberlo resucitado para muchas generaciones de españoles. El papel mojado que deja el Ejecutivo es amplio y variado. Tal vez su mala situación, el tener que estar recurriendo a pactos para gobernar o la situación de interinidad le han estrangulado, como le habría pasado de igual forma al PP. Por eso creo en los pactos de amplio espectro, que garantizan mayorías sólidas, porque al final lo que los ciudadanos necesitamos es que los gobiernos gobiernen. Y si no, Asturias es ejemplo y víctima del desgobierno. Llevamos décadas oyendo milongas, promesas vacías, gobernantes vendiéndonos espejos y collares a cambio de votos, pero la variante, el metrotren, la Zalia, la autopista del mar, la regasificadora, la Ronda Norte de Avilés y tantas y tantas cosas siguen durmiendo en el sueño de los justos. Y cada vez somos menos y cada vez tenemos menos fuerza en el Parlamento. Y ahí seguimos los asturianos, oyendo ecos de sirena como Ulises en un barco sin rumbo, esperando llegar a Ítaca. Esperemos que nuestro viaje no tenga que ser recordado y nuestra particular odisea acabe pronto.