Nada de nada

Valencia

Horrible, penoso, patético... seguro que estos adjetivos y alguno que otro más malsonante han salido de la boca de la mayoría de aficionados valencianistas mientras veían el desastre de partido que hacía su equipo en el Vicente Calderón. Si alguien no lo vio y se entera después que el resultado fue de 2-1 podría pensar: bueno, hemos estado ahí... habrá sido igualado y nos ha faltado un poco... Nada más lejos de la realidad. El Valencia no hizo absolutamente nada a lo largo de 90 minutos y si no es por Jaume Doménech, que una vez más estuvo pletórico, la goleada encajada habría sido de escándalo.

Ya sorprendió Nuno desde el inicio alineando juntos a cuatro mediocentros. Titulares Danilo, Enzo Pérez, Parejo y André Gomes para jugar todos en una especie de rombo raro, porque Enzo y Danilo estaban casi siempre al lado el uno del otro preocupados más en destruir que en construir, y los dos que más calidad tienen para generar fútbol se diluían incomprensiblemente al caer en las bandas; Parejo en la derecha y André en la izquierda. 

El primer revés llegaba en forma de lesión porque Rodrigo, otra de las sorpresas en el once, sufría un giro en su rodilla izquierda en un lance fortuito sin ninguna oposición de un rival y tenía que abandonar el partido en camilla. En su lugar salió Alcácer, pero pasó completamente desapercibido, salvo para marcar un penalti que no sirvió para nada. 

Durante la primera media hora el Valencia no generaba absolutamente nada, pero tan poco sufría demasiado... o por lo menos no sufría tanto en comparación con lo que vendría después. Eso sí, con 0-0 la más clara la tenía Koke entrando en el área como Pedro por su casa, pero ahí estaba Jaume para hacer la primera parada de mérito. 

Y el 1-0 llegaba por un error en cadena. Primero Mustafi y luego Santos no acertaban a despejar un balón botando y por allí aparecía Jackson Martínez para llevárselo y definir muy bien en el mano a mano con Jaume. A partir de ese momento el Valencia desapareció. Vendaval de ocasiones rojiblancas en las que la figura de Jaume emergía como salvador en casi todas menos en una; en una galopada individual de Ferreira Carrasco que acertaba a ajustar un chut desde fuera del área a la cepa del palo de la meta del de Almenara.

El descanso parecía el mejor de los remedios para que el Valencia cambiara su fisonomía y saliera de forma diferente en la segunda mitad, pero nada de nada. El equipo siguió siendo igual de estéril en cuanto a su producción ofensiva y en ocasiones también inerte cuando tenía que defender. El Atlético siguió jugando a placer y sin apretar demasiado el acelerador pudo dejar sentenciado el partido en varias ocasiones.

Sólo un absurdo a la par que claro penalti cometido por Godín sobre Mustafi tras un córner permitió al Valencia recortar diferencias, aunque lamentablemente no valió para meterse por fin en el partido. El choque continuó por lo mismos derroteros y el equipo dirigido por Nuno (lo de dirigido por decir algo) no ofreció ninguna sensación de poder empatarlo sino era por alguna acción aislada a balón parado. Ni por esas. El marcador ya no se movió y la derrota es tan justa como elocuente para pensar que hay que cambiar muchas cosas para corregir a un equipo a la deriva... Bueno, para todos menos para su entrenador que sigue viendo cosas positivas en un desastre de partido... 

Si el encargado de solucionarlo no ve los errores, mal vamos.