Una digna Balona hinca la rodilla ante el Athletic (0-2)

La Línea de la Concepción

La Real Balompédica Linense ha caído en el encuentro de ida de dieciseisavos de final ante el Athletic Club por 0 goles a 2. El partido, que se decantó en el primer tramo gracias a los goles de Kike Sola y Laporte, dejó a una Balona que demostró su carácter de Recia para morir matando y mereciendo, al menos, convertir algún gol.

El encuentro arrancó con un dominio alterno. La Balona buscó salir con fuerza al terreno de juego ante un rival rojiblanco que comenzaba a asentarse y sobre todo a adaptarse al piso artificial del Municipal de La Línea que con más de 8.000 almas llevaba en volandas a los suyos.

Pronto iba a adelantarse el cuadro bilbaíno, a los trece minutos con un tanto de Kike Sola que recibió una mala cesión atrás de Ximo Forner para batir libre de marca a Lolo Soler. Los de Rafa Escobar recibieron como un golpe mortífero el primer tanto de los vascos que no tardó en ahondar más en la herida.

A los 18 minutos, saque de falta de Iturraspe que Laporte cabeceaba en el 0-2. Lolo Soler tuvo que salvar poco después el tercero. Fue ese terremoto llamado Athletic Club el que pasaba por encima ante una Balona que se encontraba tiritando en el terreno de juego. A partir de entonces, el equipo se rehizo y comenzó a entablar jugadas como un remate de José Ramón que salvó Iago Herrerín.

El paso por vestuarios le sentó muy bien a los de La Línea. El equipo ahora sí salió enchufado al terreno de juego y pudo meterse en el partido. Zamorano recibió un pase de Espinar y el remate del argentino se perdió cruzado. Acto seguido, Espinar optimizó un envío en largo desde la defensa y cuando todo el campo cantaba gol, el atacante la mandó por encima del larguero.

Escobar introdujo a Mauri y dotó de mayor mordiente ofensiva al equipo al tiempo que Valverde comenzó a echar paulatinamente a los suyos a la retaguardia para que el resultado no diese un cambio. La Balona llevó el peso del juego en los últimos compases donde acabó atacando con más corazón que cabeza. Carlos Guerra con un zapatazo lejano tuvo la última para un equipo que acabó entre aplausos por parte de su afición que se conjura para seguir con la imagen de la segunda parte el domingo en Almería.