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Los jóvenes asumen la violencia como algo intrínseco al amor

Un estudio de Medicus Mundi Gipuzkoa señala además que los encuestados consideran que el midelo a la infidelidad "justifica los celos y el control"

Dos jóvenes charlan en la playa de la Zurriola en una imagen de archivo. / MIKEL ARRAZOLA (IREKIA/GOBIERNO VASCO)

San Sebastián

Los adolescentes y jóvenes guipuzcoanos "siguen asumiendo el conflicto, incluso violento, como algo intrínseco al amor" de pareja, consideran que el miedo a la infidelidad "justifica los celos y el control" y creen que éstos pueden derivar en agresiones físicas.

Éstas son algunas de las conclusiones, con puntos comunes que podrían extrapolarse a los jóvenes vascos y españoles, de una investigación, promovida por Medicus Mundi Gipuzkoa, que ha realizado el departamento de Filosofía de los Valores y Antropología Social de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y la empresa de antropología aplicada Farapi Koop Elkartea, y que ha contado con financiación de la Agencia Vasca de Cooperación al Desarrollo y de la Diputación de Gipuzkoa.

La profesora de Antropología y directora de dicho departamento de la UPV, Maggi Bullen, junto a responsables de Medicus Mundi y Farapi, han presentado hoy en San Sebastián el trabajo, destinado a detectar "actitudes dañinas" para la salud sexual de la juventud.

Bajo el título ¿El amor es algo bonito que acaba mal? Amor, sexo y salud: El ideario amoroso entre adolescentes y jóvenes en Gipuzkoa, la investigación se basa en estudios documentales, estadísticos y de las redes sociales, entrevistas a expertos y en un año de trabajo en seis grupos integrados por medio centenar de jóvenes de 13 a 18 años, de varias poblaciones guipuzcoanas.

De las conclusiones "alarmantes" obtenidas, ha dicho Bullen, destaca que el amor es visto "como fuente de conflicto" y "sigue vigente" la idea de que "si no hay peleas, no hay amor".

Las redes sociales y aplicaciones móviles de mensajería como WhatsApp hacen que "la presencia de la pareja sea más constante todavía que antes", y los jóvenes, sobre todo las chicas, tienen "la idea de que siempre deben estar disponibles para su pareja", por encima de amigas o familiares.

El estudio revela que, si bien hay "mayor conciencia" sobre la violencia física y la juventud "no es ajena" a los mensajes de los medios de comunicación, lo ven como "algo lejano a su propia experiencia, como algo que no viven".

El amor de pareja "monógamo y heterosexual", asociado a su función reproductora y con el ideal de familia sigue siendo el dominante entre la juventud guipuzcoana, ha explicado la investigadora que ha advertido de que, aunque "se actualizan algunos mitos tradicionales vinculados al amor romántico -puede ahora ya puede haber más de 'una media naranja' a lo largo de la vida-, se sigue viendo la falta de pareja como "un fracaso".

El cuerpo como objeto, de deseo y consumo, sobre todo el femenino, se refleja "cada vez de forma más exagerada" por la influencia de Internet y se aprecia cierta "intolerancia hacia los cuerpos que no cumplen con el canon establecido de belleza".

Los jóvenes de 13 a 18 años tienen la idea de que "el deseo sexual no se puede controlar", sobre todo en los chicos, y aunque "conocen las reglas de una sexualidad sana y segura", no cuentan con estrategias para poner en práctica esa teoría.

Además, "la fiesta, la noche y el alcohol", ha indicado la antropóloga, son vistos como "facilitadores del encuentro sexual", y llegan a propiciar que "se olviden de los comportamientos adecuados".

En cuanto a los valores de igualdad entre hombres y mujeres, la investigación revela que aunque "existe un cuestionamiento teórico", persiste "cierta legitimación de algunas desigualdades".

Del estudio, se desprende "una llamativa" escasez de diversidad de modelos amorosos, de forma que la homosexualidad y la bisexualidad, aunque aceptadas en teoría, cuentan con rechazo, y los más jóvenes llegan a hablar de "moda", "vicio" o "falta de personalidad".

Entre los aspectos positivos, el análisis detecta "un nivel de reflexión crítica" en los más jóvenes y recomienda trabajar a partir de él, aportando a los jóvenes "conocimiento" y generando "una concienciación" a partir de su propia realidad.

El trabajo concluye no obstante que, además de la educación, existen "otros factores en juego", fundamentalmente, unas tecnologías de la información y la comunicación que actúan como "correa de transmisión" de "un sistema de género" establecido en el "mundo consumista y capitalista" actual, ha sentenciado la antropóloga.

 
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