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Camalote versus chapapote

Julián Blasco, profesor y escritor, compara le nivel de compromiso del gobierno de España ante emergencias medioambientales y pone como ejemplo el camalote extrmeño y el chapapote gallego

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Mérida

Tras años de lucha infructuosa contra la plaga del Jacinto del agua, llamado también camalote, Extremadura se siente indefensa desde hace una década, viendo cómo a diferencia de otras catástrofes medioambientales lamentables, caso del chapapote en Galicia en el que todos los medios se pusieron a disposición de esa comunidad, esta calamidad tan grave y que afecta el cauce del río Guadiana no es merecedora de la misma atención.

Y es que aunque intentemos huir de comparaciones siempre ingratas, no deja de ser paradójico descubrir que no tiene la misma importancia para el Madrid político, la agricultura extremeña que depende del agua del río Guadiana y sus afluentes, que el marisco gallego.

Ingrato también resulta ver cómo peligra una de las zonas más ricas en avifauna de la Península Ibérica, que acoge a miles de aves migratorias anualmente, o que se fastidien obras hidráulicas de época romana y medieval de un valor único en Europa, mientras que en Galicia se salvaron las aves costeras y se limpió con ahínco por fortuna hasta la última piedra de su litoral afectado.

Triste resulta ver cómo se fastidia el trabajo de muchos municipios extremeños en pro de construir y cuidar zonas de baños y recreo en las ribera del rio Guadiana; pero eso sí, las playas gallegas quedaron impolutas con el esfuerzo de voluntarios de toda España y la ayuda extra de algunos Ministerios que hoy se le niega a Extremadura.

Doloroso resulta ver cómo las lógicas peticiones del Gobierno extremeño para erradicar esta lacra, son atendidas con respeto y dignidad fuera de España, mientras que el Gobierno de nuestro país, comandado por el que era entonces Ministro gallego que decía que los vertidos del Prestige “eran como una especie de hilitos de plastilina sin importancia”, niegue hoy por hoy y en estas semanas tan vitales una ayuda a todas luces lógicas.

Conclusión medioambiental: Cada comunidad de nuestro país tiene un patrimonio natural admirable a cuidar, pero está claro que en algunos casos como el extremeño, preservarlo y protegerlo es un acto de heroicidad lamentablemente casi en solitario.

 
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