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La fotografía de Sergio Soto

Visitas incómodas: Pedro Sánchez y las tías de Móstoles

La fotografía de Sergio Soto (17/03/16)

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A Coruña

Estar fuera de casa te recuerda el valor de las pequeñas fortunas cotidianas. Allí, desde la distancia, desde la orfandad, empiezas a apreciar sutiles tangibles e intangibles. Añoras los olores del hogar y conoces otras vidas. Cuando observo alrededor y comparo bendigo no haber tenido una tía de Móstoles. No tener, a veces, es una ventaja. Casi todas las familias tienen un agregado a su árbol genealógico cuya existencia es una tortura intermitente. En este caso pone ponemos a la tía en Móstoles por ser este un lugar que solo existe en los medios de Madrid, pero pueden poner el que quieran. Esta mujer, u hombre, aparece en casa un par de veces al año para hacer visibles tus fracasos. Emplea ese estilo agresivo camuflado de consejo que solo existe cuando la regañina se produce en familia. El factor edad, el hecho de que sea mayor, le confiere una autoridad que lleva a intentar satisfacer sus deseos y además se come todas las galletas del café.

Las visitas incómodas son, como decía Clint Eastwood, como los traseros y las opiniones, todo el mundo tiene una. Pedro Sánchez, guapo sin piedad con sus contrincantes, como siempre, se sentó la semana pasada en los estudios de Radio Coruña con su jersey burdeos y el cuello de la camisa asomando lo justo. En su visita a Coruña empleó ese tono cariñoso que oculta una orden, esa forma de abrazar que golpea como un rodillazo, una diplomática instrucción clara. Su asalto a la investidura no le ha servido para llegar a presidente, pero sí para hacerse (o sentirse) más fuerte entre los suyos. Sánchez era consciente de que venía a ser la visita incómoda del portavoz coruñés, José Manuel Dapena. Al principio Dapena se revolvió con cierto ardor juvenil, pero es difícil contradecir a una tía de Móstoles. Esta semana la Marea le ha abierto una puerta para hacerle más fácil el trago y el socialista ha vuelto a comprar galletas para el café. Regreso a las negociaciones presupuestarias.

Pero Sánchez también tiene una tía en Móstoles, más de una en verdad, otra en Sevilla, por ejemplo. Presunción de inocencia por delante, Besteiro, fiel escudero, se le ha convertido en incordio. Nunca se había mentado tanto a Galicia en Madrid como desde que se ha convertido en un grano en el rostro de Pedro. La belleza tiene ese poder, basta con que una modelo se ponga unas zapatillas de deporte para que se disparen las ventas. Como los tiempos de la justicia discurren por carreteras viejas, Besteiro se habrá marchado antes de que se resuelva todo. La impresión es que solo le queda hacer un último servicio para el líder de cara al congreso del partido y a unas posibles nuevas elecciones. Después desaparecerá, al menos por un tiempo, y quizá se retire a Móstoles o Sevilla o Lugo ¿Quién sabe?

 
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