La restauración se nos ha ido de las manos

A Coruña

En Nueva York, en el barrio de Brooklyn hay un pequeño restaurante llamado "Eat" que tiene la particularidad de que se rige por el lema "come y calla". No hay ruidos, no hay música y casi no hay luz. Los platos se sirven con sigilo y nadie puede hablar.

En una ciudad en la que la contaminación acústica, el estrés y las aglomeraciones son una constante, entrar en un restaurante para oír solamente como masticamos tiene que ser muy relajante. Raro, pero relajante.

En los últimos años, además del boom de la cocina de autor, los propios restaurantes han ido evolucionando hasta convertirse en cosas que van desde lo estrafalario a lo artístico.

Por ejemplo, el restaurante "Dinner in the sky" de Las Vegas, no confundir con Eurovegas, que eso ya no existe, es un restaurante que está en el aire flotando. Los comensales y los camareros están suspendidos en una plataforma que cuelga de una grúa. Las vistas son excelentes. Lo malo es cuando te entran ganas de ir al baño.

En la República Checa existe un restaurante llamado Beer Spa, en el que los comensales se meten en unos toneles llenos de cerveza con hidromasaje. Así como lo oyen. Homer Simpson estaría en éxtasis.

El Sushi Restaurant de Los Ángeles es un restaurante japones donde sirven sushi...hasta aquí todo bien. La peculiaridad es que el sushi lo sirven encima de cuerpos desnudos. Cuanto más exótico son los ingredientes del sushi más exótico es el lugar del cuerpo donde se colocan. Perdonenme, pero aquí el término maridaje cobra un nuevo significado.

Nuestros vecinos portugueses tienen el Toilet Restaurant, un restaurante que en lugar de sillas tiene inodoros. Y las servilletas son el papel higiénico. Lo que no tengo claro es si en los baños habrá sillas normales. Ay, Portugal, no dejas de sorprenderme.

También hay restaurantes en los que se come a oscuras, restaurantes bajo el agua, restaurantes en los que te sirven robots, restaurantes en la copa de los árboles e incluso restaurantes en los que cocinas tu mismo.

Sinceramente, queridos amigos, para mi que se nos ha ido de las manos esto de la restauración. Aunque no está todo perdido, porque de momento, creo, no se ha inventado el restaurante que tenga la particularidad de no dar de comer.

Qué duda cabe.