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Las vidrieras abstractas de la catedral gótica de Cuenca

La historia de las vidrieras está asociadas al arte gótico cuya arquitectura permitió la apertura de grandes ventanales en los muros de los templos

Vidriera de Gerardo Rueda en la nave central de la catedral de Cuenca. / José María Rodríguez

Cuenca

¿Qué sensación debería producir en un campesino analfabeto del siglo XIII entrar en una gran catedral gótica y descubrir el efecto del paso de la luz a través de las vidrieras multicolores? Precisamente ese efecto era parte del juego. La religión católica asocia la luz con el bien, con la creación del Universo y con el poder de Dios.

Vidriera del 'ADN' de Gustavo Torner en el presbiterio de la catedral de Cuenca.

Vidriera del 'ADN' de Gustavo Torner en el presbiterio de la catedral de Cuenca. / José María Rodríguez

Al oscurantismo de la alta Edad Media europea sucedió la época de la luz, sobre todo a partir del año mil. Las características del estilo arquitectónico que primaba desde los siglos anteriores al cambio de milenio era el románico. La arquitectura no daba más de sí y los templos se construían con gruesos muros de piedra apoyados en arcos de medio punto, robustos contrafuertes y cubiertos con bóvedas de medio cañón. Esta circunstancia dejaba poco espacio para ventanales que se reducían a estrechas saeteras por las que apenas entraba la luz. De esta forma las iglesias románicas eran templos oscuros y en sus amplios muros se enseñaba la doctrina cristiana en pinturas al fresco que mostraban un Dios justiciero al que había que temer. El campesino analfabeto entraba en estas iglesias y catedrales con temor.

Vidriera 'Creación del hombre' de Gustavo Torner en la catedral de Cuenca.

Vidriera 'Creación del hombre' de Gustavo Torner en la catedral de Cuenca. / José María Rodríguez

Superado el año mil y con él el miedo al fin del mundo que mantuvo apesadumbradas a las mentes europeas, la sociedad experimentó un cambio aperturista. En cuanto a la arquitectura, la utilización de los arcos apuntados, las bóvedas de crucería, los arbotantes y contrafuertes exteriores permiten elevar los templos y abrir grandes ventanales en los muros al no recaer en éstos el peso del edificio. De esta forma las catedrales góticas son templos de grandes dimensiones a los que entra gran cantidad de luz. Aquí es donde surgen las vidrieras decorativas. Al prescindir de los amplios muros románicos en los que se enseñaba el Nuevo Testamento, la religión católica utilizará a partir de entonces las vidrieras para adoctrinar a nuestro campesino analfabeto que ahora entra en una catedral muy iluminada y le recibe un Dios al que ya no hay que temer sino admirar y ensalzar como creador de la luz y del Universo.

Vidriera de Bonifacio Alfonso en la nave norte de la catedral de Cuenca.

Vidriera de Bonifacio Alfonso en la nave norte de la catedral de Cuenca. / José María Rodríguez

El origen de las vidrieras lo encontramos en el imperio bizantino, en el Mediterráneo oriental de donde se introdujo en Europa. Las más antiguas que se conservan datan del año 1050 y están en la catedral de Augsburgo, en Alemania. Para su realización se utilizaban vidrios coloreados con minerales. Se usaba óxido de hierro (para el verde), de cobre (para el rojo) o de cobalto (para el azul). Muchas catedrales lucen esplendidas vidrieras en la actualidad. Podemos destacar las de la Santa Capilla del Petit Palais en París, las catedrales de León y Burgos, las realizadas por el artista contemporáneo Miquel Barceló para la catedral de Palma de Mallorca o las que recomendamos contemplar en la catedral de Cuenca realizadas por artistas del entorno del Museo de Arte Abstracto Español.

Las vidrieras de Cuenca

Vidriera de Henri Dechanet en la capilla de la Virgen del Sagrario de la catedral de Cuenca.

Vidriera de Henri Dechanet en la capilla de la Virgen del Sagrario de la catedral de Cuenca. / José María Rodríguez

Poca documentación existe en la actualidad que nos informe de cómo fueron en el Medievo las vidrieras de la catedral de Cuenca, así que echaremos un vistazo a las que podemos contemplar en la actualidad. Destaca sobre el arco de Jamete el gran rosetón norte con una bonita vidriera muy policromada en la que se representa la generación temporal de Jesucristo. El maestro vidriero Giraldo de Holanda firma este trabajo que se encuentra en buen estado de conservación. El rosetón sur está más deteriorado pero aún pueden identificarse vidrios del siglo XIV. La vidriera de San Julián, localizada en la cabecera de la Capilla Mayor, y las de la Capilla de los Caballeros, que son de tipo suizo, están pidiendo una restauración.

Vidriera de Gerardo Rueda en el triforio de la catedral de Cuenca.

Vidriera de Gerardo Rueda en el triforio de la catedral de Cuenca. / José María Rodríguez

Las vidrieras nuevas

Destacan entre todo el conjunto vidriero de la catedral de Cuenca las de más reciente factura. A finales del siglo XX el Cabildo Catedralicio, a través de la Consejería de Cultura, encargó la realización de una serie de vidrieras a varios artistas contemporáneos conocidos ya y reputados en el arte abstracto que, por otro lado, tenía en Cuenca su principal escuela en el ámbito nacional. Gustavo Torner, Gerardo Rueda y Bonifacio Alfonso fueron los elegidos, a los que se añadirían las vidrieras también gestadas por el maestro vidriero, y director del taller que las elaboró, Henri Dechanet. El tema elegido fue ‘De la Tierra al Paraíso’.

Paco Auñón

Paco Auñón

Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...

 
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