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La fotografía de Sergio Soto

Caer en desgracia

La fotografía de Sergio Soto (28/04/2016)

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A Coruña

Pocas cosas gustan más que una buena caída. Durante un tiempo, no muy lejano, incluso hicimos programas de televisión solo con eso: señores y señoras, novios, niños, invitados a la boda y un tipo en bicicleta cuya razón para aparecer en la pequeña pantalla era que se caían muy bien. Caían en barro, caían en agua, caían sobre piedras, caían al intentar subir una barandilla y al intentar bajar desde un tejado. Caían todo el rato seguidos por unas risas enlatadas que siempre encontraban gracia al moratón.

Hay muchas formas de caer. Cualquier historia de éxito resulta más atractiva para el espectador si tiene una fase de declive, un momento en que el triunfador, protagonista de la película, pierde el rumbo y cae en desgracia. Entonces el público espera una fase de redención que le rescata del abismo. En la vida real regresar del fracaso es más complicado, pero la caída en desgracia sigue siendo un poderoso imán.

Lo peor de las caídas es que no avisan. Puedes haber estado pifiándola durante años y las circunstancias te rescatan tantas veces, que acabas por desarrollar una sensación de inmunidad. Así es como, al final, te confías y te partes la cara. Hace solo unos meses Feijóo era el chico de moda. Ante la prensa, convencido de su atractivo, se hacía el interesante, sonreía con suficiencia y respondía en tono picarón: “ya veremos”. Sentía que tenía tantas proposiciones sobre la mesa que no quería comprometerse. En solo unas semanas ha pasado al llanto cuando supimos que su romance con Madrid era imposible y su relato de maravillosa gestión se ha visto ensombrecido por la investigación de la fiscalía sobre la muerte de enfermos de hepatitis C. Cuando uno cae tan estrepitosamente suele culpar a cualquier hecho ajeno a él: que si resbalé, que si estos zapatos, que si me has empujado, que si todo forma parte de un “juicio sumarísimo contra la sanidad pública”. En su delirio justificativo uno puede incluso negar que la caída haya existido u obviar que existen fiscales que investigan y que, en caso de estar controlados por alguien, lo están por miembros del partido propio.

Pero es que esta era una semana de caer. El Banco Pastor por una investigación sobre su relación con el blanqueo de capitales, las elecciones, los líderes, todo el sistema ha caído en desgracia. A Sánchez, el único que lo intentó, le zurran por el modo en que lo intentó. A Iglesias le zurran porque nunca lo intentó realmente. De Rivera hay quien dice que acercarse al PSOE le puede pasar factura. Y a Rajoy… Rajoy nada. Durante este tiempo ha estado reclinado en su sofá y le saldrá bien porque, aun rodeado de todavía más escándalos, ganará más y mejor, contradiciendo, fiel a su estilo, tanta teoría sobre lo malas que son las secuelas, las segundas partes. Caer en desgracia gusta tanto que, a ratos, todos estamos dispuestos a tirarnos por la borda.

 
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