Pedro Guerra, cómo hemos cambiado
No uno, sino dos son los nuevos discos del cantautor canario. Echamos la vista atrás para repasar su evolución musical
Fuenlabrada
Llevábamos tiempo sin saber si Pedro Guerra tenía algo nuevo que decirnos. Pues sí, y por doble motivo. Primero este ‘Arde Estocolmo’, canción del disco homónimo que supone el fin de un parón discográfico de cinco años. Pero al mismo tiempo nos ha regalado otra joya, ’14 ciento volando de 14’, una selección de sonetos de Joaquín Sabina musicados por el canario. Disfruten por ejemplo con este homenaje al guitarrista Sabicas con Guerra, Sabina y Miguel Poveda. El cielo hecho canción.
Pedro Guerra, cómo hemos cambiado
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Da un poco de vergüenza interrumpir esta canción, pero después de repasar lo nuevo de Pedro Guerra, echamos la vista atrás para conocer sus comienzos, que se remontan a mediados de los 80’ con un imberbe Pedro Guerra en el grupo Taller Canario de la Canción, que recuperó sonidos y lenguas de la tierra en temas como ‘Endecha’.
Aunque Taller continuó unos años, en 1993 Pedro decidió emprender el camino en solitario y poco después sacaba el disco grabado en directo ‘Golosinas’. Aún quedaban cosas por pulir, pero las letras desarmaban a cualquiera. Por ejemplo con esta que también grabaría Ana Belén, la preciosa ‘Contamíname’.
Pero fue en 1997 cuando el canario terminó de explotar en la Península con el disco ‘Tan cerca de mí’. Una delicia íntima de esas que apetece revivir en una pequeña sala con la voz de Pedro susurrante. ‘Debajo del puente’ fue y es todavía quizás uno de sus grandes éxitos de siempre.
La presencia de Pedro Guerra aumentó en todos los sentidos, y su música se enriqueció pero también nos enriqueció a nosotros. No quería quedarse en las canciones de guitarra a media luz e introdujo nuevos ritmos en el disco con el que daba portazo al siglo, ‘Raíz’, de 1999. Como botón de muestra, este ‘La lluvia nunca vuelve hacia arriba’, con el que es obligatorio chasquear los dedos.
La recuperación de ritmos propios de las Islas Canarias y de la tradición cantautora de nuestro país siguió dirigiendo los pasos de Pedro, que en 2001 se plantaba con el disco ‘Ofrenda’, un trabajo en el que explora las cercanas progresiones latinoamericanas lleno de sonidos y colores.
La mirada social siempre ha estado pegada a las canciones de este cantautor puro. Y su poesía hacía pudiera publicar un disco nada menos que con el poeta Ángel González. Después en 2004 publicaba ‘Bolsillos’, donde daba protagonismo a la sencillez de su bien templada guitarra en temas como ‘El circo de la realidad’.
Es cierto que con los años la presencia mediática de Pedro ha ido menguando, pero no sus apariciones sobre el escenario o su meticuloso trabajo musical, que en 2008 se llevaba a publicar ‘Vidas’, con gran presencia cubana en los ritmos y donde era el piano en esta ocasión el que tomaba el peso de la canción en temas como ‘Quisiera saber’.
Desde entonces no crean que Guerra ha estado ocioso: disco en directo, dos de versiones deliciosas, un triple CD de grandes éxitos u otro en el mítico café Libertad 8. Pero nos despedimos con su trabajo de 2011, ‘El mono espabilado’, con una canción homónima que recuperaba la orquestación y demostraba que este canario sigue siendo un genio.