Beyoncé, cómo hemos cambiado
Diva entre las divas, se ha vuelto más cruda y directa que nunca en su nuevo disco, que nos sirve para repasar su evolución
Fuenlabrada
Muchos coinciden en que es el disco más trabajado de Beyoncé. Temas como este ‘Formation’, single del álbum, ‘Lemonade’, es directo en sus letras y en su música. Experimenta con el R&B de sus raíces, huye de estribillos repetitivos y comerciales y, aderezado con alusiones a su vida personal, quiere que atendamos más al contenido que al continente de este buen trabajo. Mucho ha evolucionado en los últimos 20 años…
Beyoncé, cómo hemos cambiado
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Beyoncé iniciaba su andadura musical en 1997 con el single ‘No, no, no’, y lo hacía con el grupo Destiny’s Child, creado casi para ella. Junto a la muy destacada Kelly Rowland, el grupo pasaba al poco de dividirse en cuatro a ser un trío. En pocos años consiguieron fijar tendencia con grandes temas: unos para escuchar con el corazón y otros para quemar la pista de baile. De los primeros seleccionamos ‘Say my name’; de los segundos, ‘Survivor’.
Con el paso de los años el grupo empezó a crecer en egos, y quizá el mayor y más talentoso era el de Beyoncé, que en 2003 decidió emprender el viaje en solitario, con su marido rapero y productor Jay-Z, con el disco ‘Dangeorusly in love’. El resultado no pudo ser mejor: suma más de 11 millones de copias vendidas y su single ‘Crazy in love’ consiguió volver loco a medio mundo.
Música, baile, sensualidad a raudales y una fuerza sobre el escenario pocas veces vista. Era un cóctel que convertía a esta mujer en una de las más influyentes del mundo y hacía que pasase a la historia. Aprovechando el momento, las Destiny’s Child decidieron dar carpetazo a su viaje con un disco en el que Beyoncé ya se aprecia como el gran centro de atención. ‘Lose my breath’ era el gran fin de fiesta para el grupo.
Desde entonces Beyoncé se centró en su carrera en solitario e intentó explorar múltiples caminos musicales para convertirse en una de las más grandes artistas de la industria actual. En este caso el disco ‘B’day’, de 2006, pretendía mostrar su explosividad más en las distancias cortas. El ritmo seguía siendo el protagonista, eso sí, en temas como ‘Deja vu’, otra vez con su marido.
El ‘imperio’ de este disco duró dos años, aunque su impacto fue menor que la opera prima como solista de Beyoncé. Después de colaboraciones millonarias, como la que hace con Shakira o la que tejería después con Lady Gaga, la diva de las listas de éxitos consiguió otro pelotazo con el disco ‘I am… Sasha Fierce’, de 2008. Nuevamente demostraba que podía cosechar bailes frenéticos como la imitadísima pero nunca igualada ‘Single ladies’ o que aún cantaba bonitos temas R&B como ‘Halo’.
Aquel disco doble posicionó definitivamente a Beyoncé como la reina Midas de la música del nuevo milenio. Tal fue su éxito que hasta 2011 no sacó un nuevo disco, nombrado con el número ‘4’ y que seguía esa dicotomía de potencia de baile pero también de temas que demostraban que no solo de coreografías vive este portento de la canción. Como ejemplo, este ‘Best thing I never had’.
Aunque el álbum funcionó bien, los singles no fueron tan rompedores como hasta entonces. Y hemos visto cierto desgaste del éxito de Beyoncé, aunque siga en lo más alto. Su siguiente álbum, con el que nos vamos, mostraba una artista mucho más madura y una excelente compositora y productora, como se refleja en temas como ‘XO’.