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La fotografía de Sergio Soto

El mundo 'sin' y las reválidas

La fotografía de Sergio Soto (26/05/2016)

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A Coruña

Si por algo se caracteriza esta época que nos contempla es por nuestra pulida habilidad para hacer cosas sin cosas. Al principio de los tiempos bastaba con hacer las cosas, sin más. Se hacía un cigarro con todo su perjuicio, sin regatearle un gramo de veneno, y se lanzaba al mundo a infectar con generosidad. Pero en algún momento alguien decidió hacerlos <<light>>: sin esto, sin lo otro o con menos de aquello, aunque en realidad era mentira.

De esos, que eran los primeros apunteshacia “El mundo sin”, habrían de venir otros productos. Algunos expertos señalan que el punto de inflexión se produjo con los mercados de futuros del trigo a partir de los años 70. Trataré de no enredarme demasiado. Ya saben que los futuros del trigo se crearon como una especie de seguro para los agricultores. A fin de evitar que un año de mala cosecha por las lluvias les llevara a la ruina se pusieron en venta las producciones a diez años vista. Es decir, podía comprarse la cosecha del futuro, la de dentro de una década. Lo que ocurrió fue que mucha gente con más afición al dinero que a los cereales comenzó a comprar paquetes de futuros que vendían a otros por el doble de su valor. Y esos a otros. El precio ya no dependía de cuánto trigo se consumía o producía, sino de la expectativa. Especulación, vaya.

¡Oh! Era absolutamente maravilloso. Ahora que sabíamos que para vender trigo no hacía faltatener trigo podíamos hacer más cosas.Así llegamos a hacer casas caras sin valor real, campañas electorales sin programa, debates sin candidato, candidatos sin debate, pan sin gluten, ancianos sin arrugas, ruedas de prensa sin preguntas, hamburguesas de ternera sin ternera, zumo sin gluten (que nunca lo llevó pero ahora lo pone en el envase), periodismo sin periodistas (porque siempre hay demasiados), cerveza sin alcohol, planeta sin oxígeno, gente sin trabajo… El signo del progreso pasó a ser la ausencia de algo.

Por eso todos nos alegramos cuando esta semana supimos que habíamos alcanzado tal grado de virtuosismo que ya podíamos hacer exámenes sin examinados. El 70% de los alumnos de centros públicos del área de A Coruña no acudió a la reválida de tercero de primaria, según datos de la CONFAPA. Se dice en los mentideros que en la Xunta, uno de los pocos gobiernos autonómicos que insistió en hacer estos exámenes, gozan del resultado. No es para menos. Al fin y al cabo, en nuestro proyecto de construcción de un país más ligero y fácil de digerir pronto alcanzaremos el nirvana. Tendremos definitivamente un país sin oportunidades para los jóvenes, así que se marcharán y entonces nos quedará un país sin jóvenes y después uno sin pensiones del estado y un estado sin estado del bienestar. Y sin duda, cuando llegue ese día todos brindaremos con Coca Cola sin azúcar y copas sin champán.

 
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