Ocio y cultura

Cuando el Ebro dejó de guardar silencio

El libro "Zaragoza 60’s" retrata la explosión musical de la ciudad en aquellos años

Rocas Negras, en el escenario de Radio Zaragoza, durante su récord mundial de 24 horas seguidas actuando en mayo de 1966 / Archivo Matías Uribe

Zaragoza

Matías Uribe, uno de los referentes de la crítica musical en España, comenzó a escribir en Heraldo de Aragón en 1978, cuando aún resonaban los ecos del punk, comenzaba el auge de la New Wave y en nuestro país asomaba la patita una oleada que lo dominaría todo durante una década: la Movida. Es en esos primeros años de auge del pop nacional cuando, por casualidad, le llegan las primeras noticias de que la Zaragoza de su infancia, la de los primeros años 60, había protagonizado el primer estallido de rock and roll español, sin parangón en ninguna otra ciudad, incluidas las intocables Madrid y Barcelona.

Rocky Kan, alias de José Luis Cano, que descubrió el rock trabajando en la base americana / Archivo Matías Uribe

 En 1983 entrevistó a varios protagonistas de aquella pequeña revolución musical, en el 2003 los rescató para un capítulo de su historia global de la música popular en Aragón (Polvo, niebla, viento y rock) y ahora, después de investigar durante años y recopilar una documentación apabullante, se ha centrado en los conjuntos y solistas surgidos en la capital aragonesa entre finales de los cincuenta y mediados de los sesenta para hacer un retrato de la juventud de la época y de los cambios sociales que trajo consigo el rock y después del pop, hasta forjar una generación que fue la primera que rompió en muchos sentidos, desde la estética a las relaciones afectivas, con la generación anterior.

El zaragozano Baby dándolo todo / Archivo Matías Uribe

El propio autor ha declarado que no es un libro de nostalgia, sino un libro de historia musical que es a la vez la historia de una ciudad cuyo protagonismo en este apartado había sido eludido por completo en las pocas publicaciones que se han ocupado de este periodo. Es también el retrato de una época en la que la sociedad gris y pacata anestesiada por el franquismo se sorprende ante una música llena de vigor que va acompañada de bailes, pelos, poses y ropas que chocan radicalmente con la España rancia y sumisa del nacionalcatolicismo. Nunca será una revolución política, pero sí supondrá un revolución de costumbres y conviene recordar que esa misma generación será la que, en la década siguiente, protagonice la Transición.

Cien páginas de las casi cuatrocientas que tiene el libro están dedicada a cinco personajes: Chico Valento, Rocky Kan, Baby, Nelo y Gavy Sander’s. Son los primeros rockers españoles. A Chico Valento le cabe el honor, en 1961, de ser el primer solista que graba un disco de rock en castellano. Todos ellos quedan marcados por lo que les llega a través de la base americana, por el estreno en Zaragoza de King Creole, por sus primeras actuaciones en el programa Plataforma de Estrellas que presentaba Ricardo Martínez en Radio Juventud, desde un Teatro Fleta que se llenaba a reventar cada mañana de domingo, y las que una vez consagrados realizaban en la cafetería/sala de conciertos que Radio Zaragoza tenía en el pasaje Palafox, convertida en el auténtico centro de la modernidad zaragozana. Desde ahí, varios darán el salto a Barcelona y al resto de España, viviendo unos años de gloria que se eclipsan de repente alrededor de 1965 cuando el influjo de los Beatles y lo yeyé se impone sobre el rock and roll. Las vidas de los cinco darían para una novela, y de Dickens en algún caso.

Licia, la aragonesa más yeyé / Archivo Matías Uribe

Otro capítulo importante lo copan las solistas femeninas, estas con una actitud más pop, de canción ligera a la canción yeyé, con nombres como Licia, Luisita Tenor, Pili y Mili, Elia Fleta o Teresa María, ésta última aún presente en nuestras vidas cada vez que reponen Mary Poppins o Sonrisas y lágrimas, pues fue quien grabó las canciones de Julie Andrews en español. Y en paralelo, más de noventa conjuntos con nombres como Los Nápoli, Rocas Negras, Los Sarakustas, Cuerdas Locas o los incombustibles Guayanes, todavía en activo de vez en cuando.

Portada de "Zaragoza 60's" / Heraldo de Aragón

Hay decenas de historias personales, muchas de ellas conmovedoras, en las biografías de los artistas. Todas ellas componen un magnífico mosaico de una época en la que una juventud que había nacido en la negrura de la posguerra convirtió la música en su vía de escape hacia un mundo mejor, hacia un país menos severo, menos gris y menos triste, cosa bastante difícil bajo la espada, el palio y el incienso de Franco, sus generales y sus obispos.

A destacar también el apartado gráfico. Matías Uribe ha conseguido reunir en Zaragoza 60’s un enorme número de publicaciones, carteles y fotografías, así como todos los discos publicados por los solistas y conjuntos zaragozanos de la época. No quiso dar el trabajo por finalizado hasta hacerse con la discografía completa. No falta ni uno. Tampoco faltan las firmas invitadas de un largo grupo de protagonistas de aquellos años, empezando por Miguel Ríos, autor del prólogo. Ahí están nombres de la cultura como Agustín Sánchez Vidal, Luis del Val, Miguel Ángel Tapia, Rafael Castillejo o Carlos Chausson, y otros que sorprenden más por su pasado musical como el psiquiatra Miguel Fernández, el abogado Juan Segarra, el arqueólogo Manuel Martín-Bueno o el magistrado Carlos Bermúdez.

Matías Uribe en su estudio de trabajo / Miguel Mena

 
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