“¿Hay una incineradora aquí?”
Los vecinos de Oberhausen conviven con absoluta normalidad con una planta de tratamiento de residuos
Oberhausen
La incineradora de Oberhausen, una de las más grandes de Alemania, con capacidad para el tratamiento de 700.000 toneladas de residuos al año, tiene en un radio de un kilómetro de distancia tres guarderías.
A escasos metros de la planta hay varias viviendas e instalaciones deportivas y, tras 40 años en funcionamiento, los vecinos de la ciudad parecen haberse acostumbrado a la presencia de la incineradora, que da servicio a cinco millones de habitantes de la cuenca del Rhur.
"Está todo bien, no percibimos ningún olor y está todo perfecto", asegura Kubrat, un taxista originario de Bulgaria, casado y con dos hijos. Lo mismo opina Fabian, un joven estudiante de Informática de 22 años. "La incineradora no me afecta para nada. No hay ningún motivo por el que alarmarse", añade el alumno.
"¿Aquí hay una incineradora? No lo sabía", confiesa Ursula, dependienta en una floristería. "No me importa, lo que quiero es que la basura se elimine", defiende.
Los responsables de la planta han hecho una intensa labor de comunicación, como explican desde el área de Relaciones Públicas de la Infraestructura, para conseguir que la infraestructura tenga una buena imagen en la ciudad.
La planta se ha adaptado a las cada vez más exigentes políticas de medio ambiente y así, si en los 70 se creó un gran movimiento en las ciudad contrario a la planta, en la actualidad ya no existe. También parece lejana la imagen de un activista encaramado a la chimenea de la infraestructura en señal de protesta en los años 80.
Para proyectar una imagen positiva, el consorcio público privado que gestiona la infraestructura patrocina un desfile de carnaval y a un equipo de fútbol local, entre otras cosas. "Siempre se nos mira de una forma crítica, pero lo importante es ser honestos", agregan desde el departamento de Relaciones Públicas.