Política

Diada 2016: Colau o unilateralidad

El independentismo llega al 11-S con una mano extendida a los ‘comunes’ pero a la vez avisando que, ahora sí, ya ha llegado la hora de terminar de pisar el acelerador

El presidente de la ANC, Jordi Sánchez, y el d'Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, entidades organizadoras de la manifestación indenpendentista de la Diada / Aleix Moldes ACN

Barcelona

El independentismo llega a este día con un dilema. Por un lado se aplaude, se entiende, y se vende, como un síntoma de pluralidad que los comunes se hayan sumado a las manifestaciones independentistas, aunque Ada Colau y los suyos no vayan a reclamar la independencia. Hace tiempo que algunos de los ideólogos del proceso consideran clave sumar las confluencias de izquierdas para lograr la deseada mayoría social. Esto requiere, como mínimo, un poco de pausa. Pero del otro extremo de la cuerda estiran los que quieren acelerar todo, los que sólo miran hacia la unilateralidad -que rechazan los comunes- y creen (o dicen que creen) que antes de un año el independentismo ya estará culminado. Unas prisas a priori incompatible con hacer grande el club.

La cuestión de confianza del 28-S y el debate de política general en octubre servirán para redibujar la hoja de ruta. Será entonces cuando Carles Puigdemont deberá terminar de deshojar la margarita: escoger entre ponérselo fácil a los nuevos partidos de izquierda o seguir pisando el acelerador; la CUP o la ANC no sólo han situado el referéndum unilateral como última etapa, sino que le han puesto fecha: 2017.

Pero eso será en unas semanas, que en el calendario ‘procesista’ puede querer decir muchas cosas. Lo más inmediato es esta Diada y su manifestación independentista, la quinta, que llega con menos inscritos que años anteriores y con una sensación de cansancio creciente entre el soberanismo popular. Sin embargo, los organizadores no dudan de su éxito. Parte de esta esperanza descansa en que el atractivo del cartel de participantes VIP arrastre a los más perezosos. Desde el 2012, sin duda, es la manifestación con más peso institucional. Además, contará por primera vez con la presencia del Presidente de la Generalitat. Artur Mas no iba para preservar su papel institucional. Carles Puigdemont considera que no debe preservar nada después de ser investido con un mandato independentista. Pasa lo mismo con la Presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Es la primera vez que la segunda autoridad de Cataluña irá a la manifestación con la cámara catalana en activo.

Pero la Diada no sólo será el acto, este año descentralizado, que organizan la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural. Las confluencias de las izquierdas celebran su propio acto en Sant Boi, para conmemorar el 40 aniversario de la primera Diada posfranquismo. Los comunes buscarán un acto de fuerza y mostrar unidad pocas horas antes de separarse para que Colau y Xavier Domènech estén en las concentraciones independentistas. ICV, en cambio, no quiere oír ni hablar.

El resto de partidos de la oposición también celebrarán su propia Diada. El PSC, tras participar en los actos institucionales, asistirá al homenaje al ex presidente chileno Salvador Allende. Ciudadanos y el PP, que siguen sin pisar los actos institucionales, también organizan sus propios actos. Ciudadanos hace una comida popular en Premià de Mar; el PP, en Barcelona, leerá su propio manifiesto del 11-S.

 
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