El obispo dialoga con los proabortistas

Palma de Mallorca

Las personas más jóvenes que acudieron a misa el 9 de febrero de 2014 en toda Balears eran cuatro mujeres y dos hombres, en la Iglesia palmesana de Sant Miquel.

Sin embargo, los seis jóvenes no iban a participar del servicio religioso, sino a interrumpirlo con gritos a favor del aborto.

El obispado enamorado les reclamaba cuatro años de cárcel, hasta que llegó a Mallorca el menorquín Sebastià Taltavull. No es de extrañar que el auxiliar en Barcelona del ultraeclesial arzobispo Juan José Omella prefiera vivir en la isla.

Taltavull se escandalizó al conocer la iniciativa de la Iglesia que pide la cárcel para sus ovejas descarriadas. Su objetivo firme era retirar la acusación.

Para no proceder a una salida unilateral, el obispo de Mallorca se reunió con los proabortistas, buscando alguna disculpa que le permitiera salir airoso del embrollo.

Taltavull no consiguió su objetivo, pero ha sorprendido a los jóvenes y sobre todo a los sacerdotes que habían exagerado notablemente la acción reivindicativa.

El obispo ha dado una lección de sentido de comunidad y de resolución de conflictos, recuerden la actitud de Bauzá frente al TIL.

Más allá del acto de comunión social, el trasfondo es la peligrosa inclusión de delitos contra los sentimientos religiosos, un recorte brutal de la libertad de expresión que acabará perjudicando a los católicos.