El horror hecho fútbol

Si esto, lo que se vio en Los Cármenes, es lo mejor que puede dar de sí el Sporting, apaga y vámonos. Resulta difícil ver un espectáculo futbolístico más pobre y menos ilusionante que lo que se vio en el Granada-Sporting. Que el Granada sea un equipo horrible, es problema suyo. Pero que el Sporting ofrezca la sensación de celebrar un empate a nada contra un equipo tan malo es preocupante. El punto, después de cinco jornadas sin sumar ni uno, es lo positivo de una noche en la que la sensación fue que esos dos equipos son carne de cañón salvo que cambien radicalmente.

Decía Abelardo hace un par de semanas que el Sporting siempre salía a por los partidos, a tratar de llevar el peso de los encuentros, pero que a veces no es posible porque los rivales no le dejan. Cada uno ve el fútbol a su manera, pero cuesta creer que el Sporting saliera a por el partido en Granada.

Permítanme el descaro de la pregunta, ¿de verdad no tiene el Sporting de los trece fichajes (porque esta premisa es inevitable) ningún argumento para proponer algo más de fútbol en el campo del colista? ¿Sólo puede tener durante 60 minutos el recurso del patadón y el tentetieso? Y en un partido clave, contra el último clasificado, ¿no tienen sitio en el once inicial jugadores que quieren la pelota, que le dan cierto criterio al juego, como Nacho Cases o Víctor Rodríguez?

Los chinos tienen que estar conmocionados. Pero para mal. Esos para los que ahora se organiza la Liga española se habrán quedado estupefactos de ver semejante bodrio. Lo de la primera parte fue para devolver el precio de la entrada. No hubo goles en la portería del Sporting, porque Cuéllar estuvo atento en un par de salidas para corregir los errores de un Rachid desaparecido y del debutante Juan Rodríguez, en el único fallo de un notable estreno.

Aunque la mejor parada de Cuéllar estaba por llegar. Fue a los cuatro minutos de la segunda parte, cuando la estrategia defensiva del Sporting volvió a hacer aguas. Andreas Pereira botó una falta, Vezo remató de cabeza libre de marca y Cuéllar metió una mano prodigiosa para evitar el gol.

La frustración del Granada por no adelantarse en el marcador le hizo mella en el tramo final del partido. Y el Sporting maquilló un poco su imagen. Lo hizo (¿casualidad?) cuando entró en el terreno de juego Nacho Cases. En esos minutos, el Sporting pudo incluso ganar el partido. Carlos Castro no acertó en un mano a mano con Ochoa. Pero el fallo más surrealista se produjo en la última jugada del partido, cuando con todo a favor para marcar, Borja Viguera y Cop se molestaron a la hora de rematar la faena.

Cuela decir que había que ir a Granada a no perder y que el equipo necesitaba sumar lo que fuera como punto de inflexión. Pero no cuela decir que el equipo jugó bien o que la imagen cambiado para bien. La mejora prometida en este Sporting sigue brillando por su ausencia. Y como quien no quiere la cosa, ya han pasado nueve jornadas. Mientras la autocomplacencia sustituyen a la autocrítica y a la ambición, el tiempo va pasando sin que la duda razonable se disipe.