"Tres mitos que deberíamos derribar"
Artículo de opinión de Sergio González que reflexiona sobre las agresiones homófobas como telón de fondo
Salamanca
¿Recuerdas la última vez que escuchaste a un compañero de clase decir que en este país «se cometen tantas agresiones homófobas como contra heterosexuales»? ¿Cuántas veces habrá dicho tu mejor amiga, con toda la buena intención, que «cada vez se cometen más agresiones homófobas en España»? ¿Y cuántas veces no habrá asegurado el familiar de turno, siempre en poder de la verdad, que «todos los españoles somos iguales ante la ley», así que el colectivo ya está lo bastante protegido? Son tres mitos que es conveniente derribar.
Para empezar, no existe un registro de agresiones heterófobas, precisamente porque nadie va a sufrir una por el hecho de ser heterosexual (esto es lo que hace al colectivo LGTB+ vulnerable), por lo que no se pueden comparar con las que se producen por motivos de orientación o identidad sexual. A este dato, querida lectora, debes añadir que cerca del 48% de las agresiones diversexfóbicas son reiteradas, lo que significa que presentan más premeditación y alevosía que otros tipos de violencia. Esto no afecta solo a las personas LGTB+, sino también a la población heterosexual cuando exterioriza comportamientos no heteronormativos como la pluma, socialmente estigmatizada como algo negativo, lo que se denomina plumofobia. El informe de la FELGTB de 2015 sobre agresiones muestra al menos 5 casos de este tipo y asegura que el 5% de las agresiones ocurrió en localidades de menos de 10.000 habitantes, donde el colectivo tiene menos visibilidad y sufre más rechazo; el 42%, en grandes ciudades; y la mayoría, el 53%, en núcleos urbanos medios, como Salamanca.
Entonces, ¿es cierto que cada vez se comenten más agresiones? No, o al menos no hay ninguna prueba definitiva de ello. De lo que podemos estar seguros, según el citado informe, es que, de 2014 a 2015, el número de víctimas que presentó denuncia –este es el matiz importante– aumentó de un 17% a un 44%. Esto es, no es que cada año se cometan más agresiones, sino que el colectivo LGTB+ es notablemente más visible que antes y que poco a poco cada vez existe más conciencia dentro de él de que hay que denunciar. No obstante, todavía la inmensa mayoría se niega a hacerlo: en Madrid se han registrado unos 110 casos en lo que va de año, de los cuales solo el 16% ha presentado denuncia. La asociación Arcópoli asegura que acuden a ella en busca de asesoramiento cada vez más víctimas y, aun así, la mayoría decide no dar el paso. ¿Acaso se sienten desprotegidas con la legislación actual y piensan que aun denunciando no van a conseguir nada?
Aparentemente es así, y es que a día de hoy no existe una ley a nivel estatal integral contra la discriminación por razón de orientación o identidad sexual, así que es comprensible que las víctimas de este tipo de delitos sientan esto. Y llegamos al siguiente punto: «todos los españoles somos iguales ante la ley». Sí, sobre el papel. En este contexto, y a falta de dicha cobertura legal, se ha optado por legislar por cuenta propia para combatir este tipo de discriminación en algunas Comunidades Autónomas, como Galicia, País Vasco, Navarra (que fue la pionera), Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, Murcia, Extremadura (estas dos últimas leyes, probablemente las más completas), Canarias, Andalucía y Madrid. No todas las leyes contemplan sanciones, como es el caso de la gallega, y algunas no dan cobertura a todo el colectivo LGTB+, sino a parte de él, como la Ley integral para la no discriminación por motivos de identidad de género y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales de la Comunidad de Andalucía. El resto de regiones, como Castilla y León, no han legislado en ningún sentido para proteger al colectivo, ni para establecer un catálogo de sanciones, ni para incluir en los currículos escolares temas de inclusión y respeto a la diversidad familiar y afectivo-sexual, ni en materia de sanidad para dar cobertura a las personas transexuales. Nada de nada. Aunque esto pueda sonar a que corres el riesgo de quedar desprotegida como víctima de una agresión diversexfóbica en esta Comunidad, es importante que no tengas esa sensación: puedes acogerte al protocolo ante delitos de odio de la Policía Nacional. Lo que también debes saber es que lo que pone en marcha dicho protocolo es la denuncia; sin ella, no hay nada que hacer.
Aunque el protocolo de la Policía una solución funcional e inmediata, debería existir una ley nacional, o al menos en cada Comunidad Autónoma, que previniese desde la educación las conductas violentas contra la diversidad, las castigase como es debido en caso de que ocurrieran y además protegiese a las víctimas. Castilla y León es una de las pocas CCAA que todavía no tiene la suya, a pesar de las demandas por parte de los colectivos LGTB+.
Una vez desmontados los tres mitos, es tu turno. Ya sabes que las agresiones diversexfóbicas afectan principalmente a las personas LGTB+, pero también en menor medida a las heterosexuales cuando muestran comportamientos –considerados socialmente– atípicos de su sexo y orientación sexual. En cualquier caso, la razón nunca será el hecho de ser heterosexual. También sabes que no se cometen más agresiones, sino que el colectivo ahora tiene más visibilidad que hace unos años y que se denuncia más. Por último, has comprobado que, aunque formalmente todas las españolas somos iguales, faltan leyes específicas que protejan al colectivo LGTB+ ante agresiones, establezcan sanciones y eduquen en el respeto y la diversidad. Ahora es tu turno enseñar esto a aquel compañero de clase, a tu mejor amiga o al familiar de turno cuando hablen sobre el tema.