Sociedad
DOMINGO LÓPEZ

“En Malagón, en cada casa un ladrón”

'EN MALAGÓN, EN CADA CASA UN LADRÓN' / FIRMA DE OPINIÓN DE DOMINGO LÓPEZ

'EN MALAGÓN, EN CADA CASA UN LADRÓN' / FIRMA DE OPINIÓN DE DOMINGO LÓPEZ

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Ciudad Real

Me encarga SER Ciudad Real hacer una colaboración, y, obediente, la estoy haciendo. Tengo que reconocer que cuando me lo plantearon me asaltaron las dudas sobre qué hacerlo. Y vino a mi mente, y a mi boca, lo más manido, hablar de política. Le di muchas vueltas y vine a concluir que a los políticos es mejor dejarlos en su eterna batalla por sobrevivir, por permanecer aferrados al poder, que bastante tienen ahora unos y otros. Y como es cierto eso de que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, preferí pagarles con la indiferencia, que nada hiere más que ella. ¡Si hasta el PIB reconoce que es mejor no tener gobierno! No le daba crédito cuando me lo contaron en Bruselas, que ellos, después de más de quinientos días sin tenerlo, gozaban de una salud económica increíble. He aquí que la historia se repite en otro lugar de Europa. Aunque yo también les dije que, si nos lo proponíamos, podíamos batir su récord. Y en ello hemos estado, nos ha faltado bien poco.

Pero ya les decía, no quiero hablar de política. Aunque, si digo que quiero hablar de esos dichos, refranes y frases hechas que usamos en los pueblos de nuestra provincia, y en sus ciudades por supuesto, y empiezo por uno que siempre, desde muy pequeño, he tenido bien cercano, por la cercanía de Fuente el Fresno, mi pueblo, y Malagón, en lo que a mí concierne, no por la cercanía que hay entre este refrán y la actual situación política, alguien podrá decirme que de un modo u otro pareciera que voy a hablar de política. Se trata, para empezar, de uno de Malagón que es buenísimo: “En Malagón, en cada casa un ladrón”.

Los paremiólogos no habían entrado en profundidad a investigar sobre él, y en un principio se conformaron con decir que se decía esto porque era normal decirlo de algunos pueblos que terminan en -ón. Es cierto que a veces lo más simple es la mejor explicación. Pero no. Otros apuntaron la posibilidad de que fuera por algún altercado habido en plena Guerra de la Independencia. Sin embargo, no pensaron que su origen podría remontarse más atrás, mucho más atrás. Ni más ni menos que a los tiempos de Fernando III el Santo. Y así lo recoge Mateo Alemán en su novela picaresca Guzmán de Alfarache, de 1599,en el capítulo IX del libro II de la Primera Parte. Ahí nos relata la historia de este refrán malagonero. En resumidas cuentas, alguien que va a Malagón y se encuentra a otro que ha salido del pueblo de la santa. Y le cuenta lo que está pasando allí. Gente que se está robando una a otra, porque, en 1236, tras un temporal de nieve, el pueblo se ha quedado aislado con los ejércitos cristianos que iban a Córdoba a ayudar en la Reconquista, “por ser los moros muchos y los cristianos pocos”, repartidos en las casas de los malagoneros, y el hambre, con el pueblo desasistido de cualquier intendencia, apretaba. Y en la casa del alcalde se alojaron el capitán y su hijo. Por eso se añadió “En la del alcalde, el hijo y el padre”. Después, el imaginario colectivo, con su puntito de mala uva, le puso coda con eso de “Y en la del alguacil, hasta el candil”.

Domingo López

 
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