Rectificar

A Coruña

Que rectificar es de sabios, como si fuera un proceso artístico, sencillo, puro o blanco, es una de esas utopías maravillosas que se mueren rápido, como la Navidad. Solo vive dentro del refrán. Rectificar es un camino tortuoso, vergonzante, polvoriento, que se transita con los ojos medio cerrados y una tos seca. Es como correr detrás de un coche en una pista de tierra o beber agua en Labañou. Pero lo único peor que rectificar es no hacerlo, no se pospone ni cancela el sufrimiento, solo se le añaden intereses de demora.

Ahora que Whatsapp va a permitir corregirse antes de que sea tarde, dejando, eso sí, un aviso a nuestro interlocutor de que lo hemos hecho, para que toda pifia siga teniendo su coste, quizá incluso mayor, me he acordado de las sabias palabras de un amigo: “Ojalá los políticos funcionaran con el doble check azul, así sabríamos que nos ignoran porque quieren, no porque no nos oigan”, dijo indignado. Puesto que él no escribe, le contesté que su reflexión era una idiotez, para poder robársela. Hoy rectifico, era brillante.

Al hacerse periodista uno deja de tener permiso para creer inocentemente en las coincidencias. Por eso me obligo a dudar de que haya sido el azar el responsable de que en la misma semana conozcamos la actualización de Whatsapp y la nueva ronda de contactos para intentar aprobar un presupuesto municipal. Otro capítulo de una serie sin giros que otra vez se queda en un “continuará…”

Cuando imagino estas reuniones, sobre todo entre “socios preferentes”, las supongo como una sucesión de diálogos sin orejas, inquietantes como ver la tele sin sonido. Asíque sí, aunque habría más mensajes borrados que escritos, Whatsapp podría ser un mejor modo de empezar negociar. Al menos les obligaría a leerse y tiene emoticonos: una gallina, un pavo y una paloma de la paz. No hay águila, ya es un avance.