‘El machismo, esa lacra’

La Línea de la Concepción

Quedan apenas unos días para que comience, oficialmente, la celebración de las fiestas navideñas, esas fechas tan señaladas que mezclan casi a partes iguales, sobre todo cuando te vas haciendo mayor, alegría, tristeza y nostalgia.

Sin embargo, hay tres familias para las que estas fiestas estarán marcadas ya para siempre por el horror, el horror de haber perdido a un ser querido en manos de la violencia machista.

Ana María, una joven gallega de 25 años, una mujer de nacionalidad rumana de 30 años y otra mujer de 44 años fueron brutalmente asesinadas durante el fin de semana por hombres, hombres que actuaron contra ellas por el simple hecho de ser mujeres, por el hecho de considerarlas una posesión sobre la que decidir y actuar con semejante vileza. ¿Será alguien capaz de seguir negando la dimensión de este problema?

Los datos son simplemente terroríficos. Según publicó ayer el diario El País, los juzgados españoles recibieron durante el tercer trimestre del año más de 38.000 denuncias, algo más de 426 al día, lo que supone un incremento del 14% respecto al mismo periodo del año anterior. Esto se ha traducido en un aumento de sentencias condenatorias, pero sólo de un 5%.

El asesinato de las últimas tres víctimas registradas este fin de semana eleva a 43 el número de mujeres que han perdido la vida en lo que va de año. Si bien este dato supone el registro más bajo de los últimos trece años, la estadística también dice que la violencia sexista acaba con la vida de cuatro mujeres al mes en España.

¿Qué está pasando? ¿Cómo es posible que alguien ponga en tela de juicio que el machismo sigue siendo una lacra de extrema gravedad? ¿Cómo es posible que tantas personas, hombres pero también mujeres, condenen el machismo y al mismo tiempo lo comparen con el feminismo? ¿No es eso acaso otra forma de machismo? ¿Qué tiene que ver la lucha por la igualdad que persigue el feminismo con la supremacía que defiende el machismo?

España dispone de una Ley contra la Violencia de Género no sólo necesaria sino imprescindible. Por desgracia, así lo demuestran los datos. Pero hace falta más, mucho más. Estamos ante un problema que hay que atajar desde los cimientos educativos de nuestra sociedad, pero no sólo hay que promover la igualdad en la escuela. También en casa, donde muchas veces los más jóvenes asumen conductas y actitudes que, sin llegar a ser violentas, sí apestan a machismo. No hay lugar para la relajación y la dejadez en este terreno.

Y esa promoción de la igualdad hay que inculcarla en ellos desde pequeños, pero también en ellas, que en muchas ocasiones y en edades muy tempranas tienden a pensar que es lógico ser controladas por su pareja, que ésta sea celosa o que no es bueno tener amigos chicos.

A veces tengo la sensación de que involucionamos y no al contrario. ¿Acaso no va a ser nombrado presidente de Estados Unidos un misógino cuya actitud acosada no le ha lastrado en su carrera a la Casa Blanca? Y eso mientras una de cada tres mujeres en el mundo sigue sufriendo acoso, maltrato o agresiones sexuales.