Sociedad
El Estilita

De ocupación, periodista

A Coruña

Aquella vez me senté en la silla de la sala de reuniones del centro cívico de la Ciudad Vieja con la esperanza de asistir a una buena bronca y con el firme propósito de no sonreír mientras lo hacía, como aquella vez en Eirís, cuando mi foto salió en la portada del periódico: la única persona que reía en una habitación llena de gente gritándose. Aquello había sido un cantazo, y poco profesional. Además, el único asiento libre estaba en primera fila, a dos metros mal contados de los concejales de la Marea Atlántica, Xiao Varela y Claudia Delso, y había que disimular un poco, aunque no sirviera de poco a estas alturas.

De momento, mi mayor temor no se había hecho realidad: los okupas de la Comandancia de Obras habían acudido a la cita. Habían recibido a la gente en la calle con una enorme pancarta roja en la que se podía leer 'A Insumisa non se merca', y ahora trataba de calcular por el número de piercings y rastas cuántos de ellos se encontraban entre el público, unas cien personas entre las que había la mezcla habitual de ociosos, activistas y ciudadanos preocupados. Estaba decidiendo que quizá juzgar por los piercings no era lo más adecuado cuando el debate arrancó con Claudia Delso hablando sobre lo suyo, que es la Participación Ciudadana. La idea era la siguiente: los okupas habían estado un año en la Comandancia, que habían convertido en el CSO (Centro Social Okupado) A Insumisa. El solar era propiedad de Defensa, pero el ministerio había firmado hace años un acuerdo con el Ayuntamiento para que este lo gestionara después de una reforma de 1,3 millones de euros. El Ayuntamiento se aferraba a que ese dinero nunca había aparecido para alegar que la desocupación de las naves no era su responsabilidad, y no tenía que desalojarlos, pero la partida presupuestaria se había desbloqueado (se sobreentendía que formaba parte de un maquiavélico plan del PP para desgastar a la Marea) y había que comenzar las obras enseguida o todo ese dinero se perdería.

Así que el Ayuntamiento había presentado el proyecto 'Naves de Metrosideiro': un espacio de ocio juvenil, con zona deportiva y talleres culturales, muy parecido a lo que estaban haciendo los insumisos pero con wifi y aparcabicis. Incluso les ofrecieron que se gestionara de manera asamblearia, pero ellos se negaron: tal y como ellos lo veían, los de la Marea Atlántica eran las marionetas del Estado opresor. Una de ellos tomó la palabra para señalar que, si abandonaban A Insumisa, luego tendrían que confiar en que les dejaran volver y la Marea Atlántica no arriesgaba nada. Varela le reprochó a la chica su injusticia. "Nós puxemos o corpo por vós", señaló. Seguramente se sentía herido porque, antes de ser concejal de Rexeneración Urbana, Varela había sido okupa, y pasado una larga temporada propinando por igual golpes a los bongos y a un sistema despiadado y neoliberal que especula con un bien básico.

Para mí, todo resultaba muy irónico: los okupas odian a los medios de comunicación, a los que llaman "medios de manipulación masiva" y, en el fondo, tampoco nos aprecian los nuevos partidos alternativos, como la Marea Atlántica. Somos parte del problema, instrumentos de la élite para mantener el status quo a base de mentiras. Como periodista pasivo-agresivo, sufro remordimientos por no cumplir los estándares éticos de los activistas, así que escuchar cómo se leían mutuamente la cartilla me parecía divertido: los okupas acusaban a los mareantes de venderse, los mareantes acusaban a los okupas de cerrarse al diálogo, una señora hizo un llamamiento a reflexionar sobre por qué se había convertido en necesario ocupar pisos en vez de trabajar duro para comprárselos, como había hecho ella (aquella intervención causó desconcierto entre el público), un bailarín se quejaba de dónde iba a practicar cuando cerraran la casa okupa para reformarla y un grupo gritaba en la calle que 'A Insumisa non se merca', mientras yo dibujaba garabatos en mi bloc de notas.

Me aburría. Al final, todo ocurriría como era previsible: los okupas tendrían su desalojo y su independencia, los mareantes tendrían su centro juvenil y su proceso participativo, y yo... Bueno yo me conformaba con un par de titulares, ninguno de los cuales iba a cambiar el mundo, excepto para empeorar el humor de algunas personas, pero qué le voy a hacer: mi ocupación es el periodismo.

 
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