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EL AGUIJÓN DE TEO LEÓN GROSS

‘Bienvenido Mr. Al Thani’, penúltimo capítulo

El Aguijón de Teo León Gross: '‘Bienvenido Mr. Al Thani’, penúltimo capítulo'

El Aguijón de Teo León Gross: '‘Bienvenido Mr. Al Thani’, penúltimo capítulo'

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Málaga

La paciencia de la afición malaguista con el Jeque Al Thani se ha agotado. Sospecho que esto es sólo el principio; pero ya es un cadáver en diferido, como la nómina de Bárcenas. Me temo que hay demasiados walking dead en La Rosaleda, que estos días más que un campo parece un camposanto.

La paciencia malaguista –por cierto insólitamente indulgente para los estándares de esos calderos de la furia española que son los estadios– no da más de sí. Ya se sabe que la paciencia del hincha es absolutamente… agotable.

Durante la primera vuelta, desde ese precipicio llamado ‘zona de descenso’, se ha mantenido la fidelidad al entrenador y a un proyecto que cualquier observador desapasionado ya hubiera declarado en quiebra antes de empezar la temporada. La fe es misteriosa, pero cuando ya no es suficiente ni siquiera la fe… entonces se encienden las antorchas para buscar chivos expiatorios.

Mal arreglo tiene esto ya. Un mítico técnico escocés recordaba que “el fútbol no es como la electricidad: tú no puedes pulsar simplemente un interruptor para pasar de un modo a otro”. Y más cuando la pérdida de calidad ha sido constante hasta llegar a tener un equipo sin calidad de ‘primera’.

Y esto no va cambiar así porque sí en el mercado de invierno, con algunas compras de cara a la galería como ese tal Bueno que no será tan ‘Bueno’ si ni siquiera jugaba en el equipo B del Oporto. En definitiva, el Málaga ya no es un buen activo para el jeque; si acaso, un activo tóxico.

Por cierto, cuando llegó, entre clarines y tachintachanes, yo escribí un artículo titulado ‘Catarí que te vi’ vaticinando que el jeque nunca tendría una relación sentimental con el equipo, y antes o después dejaría de serle útil y adiós muy buenas. O mejor dicho: adiós muy malas.

Todo lo ocurrido con el jeque, en fin, es de manual de jeque. Lo asombroso no es lo suyo, sino lo de quienes, como el alcalde y sus voceros de guardia, se empeñaron en ponerle hasta una glorieta contra la prudencia más elemental, elevando a este inversor a figura providencial como si a Málaga se le hubiera aparecido el mago de la lámpara maravillosa.

Ay, no aprendemos. Como en aquella parodia memorable de Bienvenido Mr. Marshall, se le recibió provincianamente como a un mesías redentor… y ya saben como acababa aquella película.

Sí, terminaba exactamente como terminan siempre estas películas.

 
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