Bendito Estado laico

Las Palmas de Gran Canaria

La icónica imágen de un sacerdote bendiciendo unas motos de la Guardia Civil en Tenerife, que recorrió las redes sociales y los medios nacionales, nos vuelve a retroatraer a épocas pretéritas de las que no conseguimos despegarnos desde hace mucho tiempo.

Una decisión de regusto por ese pasado gris y casposo que como denunció la Asociación Unificada de la Guardia Civil recuerda a alguna secuencia del NODO en tiempos del régimen nacional católico. Las quejas de algunos agentes que no profesan esa religión o son agnósticos o bien ateos ponen de relieve la necesidad de eliminar por completo la tentación de algún mando o cargo público que impone sus creencias en un acto que nada tiene que ver con la religión.

Nuestra actual carta magna recoge que España es un Estado aconfesional, es decir, que no tiene una religión oficial aunque sí acuerdos con la santa sede, básicamente económicos o de colaboración. A diferencia de nuestros vecinos franceses que viven en una sociedad laica donde religión y el Estado están nítidamente separados, nuestro país abandonó en 1978 el integrismo católico tras la caída del franquismo para convertirse en se estado aconfesional en el que nos encontramos.

Para salir definitivamente de ese pasado, que tanto nos pesa, la única posibilidad es cambiar nuestro estatus introduciendo en una futura reforma de la Constitución para que nuestro país sea definitivamente un Estado laico.