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El Museo Ruso de Málaga se renueva con 250 obras de San Petersburgo

La exposición anual gira en torno al arte oficial impuesto por el régimen soviético desde 1930 a 1950

Las nuevas muestras se podrán visitar desde este sábado en Málaga / Ayuntamiento de Málaga

Málaga

Las salas de la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo en Málaga estrenan nuevas exposiciones a partir de este fin de seman a. Así, un total de 250 obras procedentes de la ciudad rusa podrán visitarse divididas en tres exposiciones: 'Radiante porvenir en un guiño a Zinoviev', que es anual, y las temporales 'La mirada viajera. Artistas rusos alrededor del mundo' e 'Individual de Mikhail Schwartzman'.

Por su parte, la exposición anual gira en torno al arte oficial impuesto por el régimen soviético desde 1930 a 1950, un periodo que en la historia del arte ruso es "sumamente contradictorio", según han explicado este viernes Evgenia Petrova.

El régimen totalitario establecido entonces en la Unión Soviética controlaba todos los aspectos de la vida de los ciudadanos; incluso el proceso artístico fue regulado por el estado siendo la función principal del arte producir propaganda con el objetivo de transformar la ideología y educar a los trabajadores en el espíritu del socialismo.

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Así, el realismo socialista era lenguaje obligatorio para todo el arte soviético. Los artistas tenían que crear, con modos de expresión comprensibles para las grandes masas, una imagen convincente de un estado poderoso, justo y próspero en el que, gracias a la victoria del socialismo, todos los ciudadanos eran felices y estaban llenos de entusiasmo.

Por su parte, en los años 20 y hasta el inicio de los 30 el arte soviético tiene un desarrollo estilístico. Las obras de estos años contienen una amplia gama de tradiciones recuperadas, pero con la lucha librada a mediados de la década de 1930 contra el formalismo como arte burgués y decadente, el estilo realista se afianzó como lenguaje oficial.

Los artistas más reconocidos que cultivaron esta corriente fueron Aleksandr Guerásimov y Vasili Yefánov, quienes crearon retratos de líderes del partido comunista o de jefes militares e inmortalizaron acontecimientos de relevancia estatal como sesiones solemnes, visitas, reuniones. Estas obras, consideradas oficiales, constituyeron la base ideológica del arte del realismo socialista.

Su función principal era crear y mantener el culto a la personalidad de Iósif Stalin y de otros líderes soviéticos. En cuanto a la temática, en esta etapa destacaron las obras dedicadas al trabajo. Así, se plasmaban los éxitos de la industrialización, la construcción y la agricultura.

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También muchos creadores dedicaron sus obras al ejército y a la marina de guerra en cuanto al día a día de las tropas, las maniobras, los desfiles y los retratos, así como el equipamiento militar y la historia de las fuerzas armadas soviéticas.

En este sentido, la representación llamativa y espectacular de los logros del país soviético fue un importante medio de propaganda que debía contribuir a la movilización de los ciudadanos en el cumplimiento de las tareas políticas y económicas fijadas por el partido y el Gobierno, ha asegurado Petrova.

También se dedicaban imágenes a la juventud, a la idea utópica de la creación de un hombre nuevo, un comunista convencido de cuerpo perfecto y espíritu fuerte. Dentro de esta temática, los artistas disponían de una gran libertad para trabajar con la forma. En este ámbito destacaron artistas como Aleksandr Deineka y Aleksandr Samojválov, en cuyas obras se aprecian ecos del neoclasicismo.

Así, el canon establecido del realismo socialista, dirigido a las capas más amplias de la población, dio forma al mito optimista sobre la realización de la utopía comunista. En la creación de este mito se plasmaron no sólo las exigencias y las normas ideológicas, sino también los deseos colectivos de la gente, así como sus sueños seculares de justicia, de abundancia y de belleza que no alcanzaron a ver realizados en vida.

Por su parte, la exposición temporal 'La mirada viajera. Artistas rusos alrededor del mundo', formada por 105 obras y que estará en la pinacoteca hasta septiembre, es un homenaje a los artistas rusos que se lanzaron a recorrer el mundo en busca de otras luces y otros semblantes que ensancharían el campo del arte nacional, introduciendo temas y estilos tan exóticos como los países visitados, ha detallado la comisaria de la obra.

Debido a la estricta disciplina académica a la que estuvieron sometidos los artistas rusos hasta bien pasado el siglo XVIII, los estudiantes de arte tenían que limitarse a un cierto conjunto de temas históricos mitológicos y bíblicos.

En esta línea, el principal punto de referencia para ellos no era tanto la naturaleza como las muestras del arte antiguo y del Renacimiento, las imágenes de esculturas clásicas, arquitectura y paisajes.

Fue a mediados del siglo XIX cuando cambió la situación para los artistas, que se encontraron en relativa libertad de elegir sus motivos y su lenguaje artístico, y pudieron marchar a otros países. Por ello, las mejores obras de los clásicos del arte ruso de este período como Karl Briulov, Silvester Schedrin o Aleksandr Ivánov fueron ejecutadas en Italia.

Así, en estas obras se manifiesta el temperamento meridional, el interés por la vida y la admiración por la luna y el sol. Además, esa mirada fresca de estos forasteros sobre los países que visitan les permitió capturar peculiaridades de personajes y comportamientos que escapaban al observador local.

Aunque desde la segunda mitad del siglo XIX los artistas rusos se sintieron en Rusia mucho más libres que antes, en las obras de muchos de ellos se mantiene el entusiasmo por lo que se vio en los viajes como ocurre en 'Violetas de Niza', de Joseph Krachkovsky o en el 'Traslado de una alfombra santa en El Cairo', de Konstantin Makovsky.

La segunda exposición temporal, que también estará en el Museo hasta septiembre, titulada 'Individual de Mikhail Shvartsman' es una leyenda para varias generaciones de rusos. Fueron pocos los que pudieron ver sus obras en 1960-1970, y no solo porque en la época soviética el arte de este autor estuviera prácticamente prohibido, sino también porque él mismo no aspiraba a alcanzar gran popularidad, ha explicado la comisaria.

Shvartsman, cuya obra se presenta por primera vez en España en esta exposición, era, para muchos artistas contemporáneos suyos, un pensador, un maestro y un filósofo. Su interpretación del mundo totalmente personal, su profundidad de pensamiento y el lenguaje artístico muy novedoso le hicieron granjearse un respeto incondicional.

El artista percibía su propia obra como una alternativa al arte oficial y también al arte conceptual que iba por entonces cobrando fuerza. Así, vio la base para un nuevo estilo de gran arquitectura, como denominaba a sus propias ideas pictóricas.

Con la llegada de los nuevos tiempos a Rusia, todas las limitaciones y prohibiciones fueron eliminadas de la vida artística, y la obra de Shvartsman comenzó a descubrirse paulatinamente, especialmente por parte de expertos y amantes del arte. Fue en ese momento cuando se le abrieron al artista los espacios museísticos y se le otorgó un reconocimiento auténtico.

Jesús Sánchez Orellana

Jesús Sánchez Orellana

Director de contenidos de SER Málaga. Cubre además la información turística para la Cadena SER en Andalucía....

 
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