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20 años tras la misma barra de mármol y el mismo Campari en la mano

Don Tomás lleva más de dos décadas visitando la Taberna de Celso y Manolo; hoy lo hemos visitado nosotros

Don Tomás durante la entrevista / Jesús Blanquiño

Madrid

En la calle Libertad 1, un jueves por la mañana, la castiza y cincuentona taberna de barra de mármol, Celso y Manolo, recibe una visita muy especial: la visita de don Tomás. Esta Taberna cambió de dueño hace unos años y, en homenaje a los anteriores, cambió a este particular y tabernero antropónimo. Don Tomás, siempre con el mismo nombre, sigue yendo allí.

Don Tomás nos habla de sus veinte años frecuentando el Celso y Manolo

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"Fui director de servicios de Ministerios de Cultura, y subdirector de personal del Ministerio de Educación". Con 83 años y con su Campari italiano y su pincho de ensaladilla rusa descansa cada viernes frente a la misma mesa de barra del bar. Solo puede beber alcohol los fines de semana.

"Me casé con una chica francesa que conocí en mi primer destino en San Sebastían". Pero, vaya por dónde, amores franceses acabaron enamorándose también de Madrid. El barrio de Cueca le recibe cada viernes y su infancia la pasó en Alonso Martínez. Ahora vive en la Vaguada pero nunca ha dejado de visitar su tradicional taberna de Libertad 1.

"Me recibe Raquel cada viernes, la dependienta y dueña". Raquel niega con la cabeza entre risas "aunque en el corazón sí soy la dueña". Raquel notó pronto que Tomás no era un cliente más. "Al poquito de abrir vino don Tomás todos los viernes y le preguntamos el por qué continuaba acercándose a la Taberna" a pesar de ser regentada por otros dueños y haber reabierto "con un ambiente más juvenil".

"Vuelvo porque aquí tomo el aperitivo y me reúno con mis compañeros ¡y mis compañeras! de trabajo como siempre hacía". Aunque ya no están todos asegura don Tomás. "Cuando me jubilé empecé a preguntarme de dónde sacaba yo las horas cuando trabajaba".

Don Tomás, un viernes en la taberna / Celso y Manolo

Los callos y la tortilla fueron esenciales en esta taberna castiza años atrás. Ahora se mantiene la tradición de los callos pero, asegura Raquel, "estamos muy volcados en el tomate pero deberíamos retomar la tortilla".

Un bar que no solo frecuenta don Tomás. Son muchas las personas que se acercan a esta barra que fue nombrada por The New York Times como una de las mejores paradas para tomarse algo por Madrid. También Alex de la Iglesia, vecino del barrio, frecuenta la taberna para "pedirse el vermut que le permita disfrutar del día". Historias no faltan en Celso y Manolo. Recuerda Raquel: "Una pareja de noruegos vinieron una tarde y volvieron al día siguiente, a mitad de la cena le pidió un tomate rosa para hacer con él un anillo y proponer a su pareja matrimonio. Hincó rodilla y ella dijo que sí". ¡Bravo!

"Don Tomás siempre te hará ver lo importante, la relidad de la vida, la música, los libros". La realidad, al final. Él asegura algo similar. "Doy mucha importancia al conocimiento y a tratar con personas interesantes que en todas partes se encuentran. Lo que más me gusta es el servicio, el personal y el ambiente". Un amor recíproco que parece continuar adelante con cada cita de viernes.

"Estamos en Madrid pero esto es un barrio". Un barrio que salió en el New York Times donde se encuentra Celso y Manolo, sus clientes, su chequeo y Alex de la Iglesia. Madrid es esto. La fusión de las diferencias bien maridadas con las buenas tapas y las buenas cañas. El Campari voló y nosotros con él... ¡Salud!

 
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