El Bosch, sin más
Aparte de que nadie en Balears necesita especificar que se trata de un bar. Es el Bosch, sin más
"La línea roja" de Matías Vallés
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PALMA
Puede hablarse del Bar Bosch sin incurrir en el maldito etnocentrismo palmesano.
Aparte de que nadie en Balears necesita especificar que se trata de un bar. Es el Bosch, sin más.
Nuestra comunidad muestra un descuido pronunciado hacia sus leyendas urbanas.
Necesitamos que se amontonen las décadas para darnos cuenta de la importancia que tienen para otros aquellas instituciones que damos por sentadas.
Sentados en el Bosch, percibimos ahora que la propiedad desea celebrar sus ocho décadas de epicentro de la vida palmesana.
Se queda en el Bosch, y los periodistas concertábamos tradicionalmente las entrevistas en el Bosch.
Ya no, porque equivaldría a citarse en medio de una riada de gente para una conversación reposada.
Una ciudad es propiedad de sus nostalgias, entre ellas la añoranza de aquellas horas en que el Bosch estaba semivacío.
No podemos graduar el termostato del clima ni del turismo.
El Bosch pertenece a todo el mundo, de acuerdo con el régimen de propiedad compartida imperante en Balears.
Solo hemos de desear que no caiga en el horror de los sitios a los que no va nadie porque siempre están llenos.