El equipo zapatilla

Si no gana en Sevilla, el Sporting completará una vuelta entera sin ganar fuera de casa. Y así, ¿a qué puede aspirar un equipo? ¿a subir a dónde? En Lorca el Sporting volvió a demostrar que es un equipo de andar por casa, como una zapatilla, una pantufla. Contra el peor equipo de la categoría, un rival prácticamente desahuciado, los rojiblancos hicieron otro partido patético, indigno de un aspirante a cualquier cosa. Perdieron con un contrario al que todos ganan. Como bien apuntó Rubén Baraja, el entrenador rojiblanco, partidos como este no se ganan con la historia ni con el escudo. Ciertamente, se ganan poniendo más fútbol, más intensidad y más competitividad que el rival. Y nada de eso puso un Sporting gris, que deja escapar la enésima oportunidad de ganarse realmente la condición de aspirante al playoff.

Javier Tebas sabe lo que hace. No puso el Lorca-Sporting a la hora de la siesta porque se corría el serio riesgo de que en China, en la transmisión televisiva, se escucharan los ronquidos de los pocos espectadores que había en las gradas del Artés Carrasco. El partido fue un pestiño futbolístico insoportable, al que contribuyeron la mala imagen del Sporting, la dureza y la falta de calidad del contrario y el mal estado del terreno de juego. Todo un espectáculo, vamos.

Dio la impresión de que el Sporting salió al césped a contemporizar. Quien esperara un equipo dispuesto a mandar en el partido desde el principio, con el mismo ímpetu con el que por ejemplo afrontó el último encuentro en El Molinón, vio frustradas sus espectativas desde el pitido inicial. Mucho toque en campo propio, mucha posesión sin profundidad y muy pocas ideas (o ninguna) a la hora de elaborar fútbol. Aun así, el Sporting sí tuvo alguna llegada al área visitante en el primer tiempo. La primera a los veinte minutos: un balón colgado por Jony al punto de penalti que se les escapó al batallador Nano Mesa en el punto de penalti y al que no llegó por poco Michael Santos en el segundo palo.

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El penalti más caro del mundo

En la segunda llegada al Sporting se le sirvió en bandeja la oportunidad de adelantarse en el marcador. Y ni con esas. El defensa Digard se metió solo en un lío, Nano Mesa le presionó con éxito y el jugador del Lorca reaccionó con una entrada de las que duelen solo con verlas. Pero fue el penalti más caro del mundo. Porque Jony lo falló, lanzándolo a media altura y respondiendo bien el portero Dorronsoro, pero también porque Mesa no se recuperó de la entrada y tuvo que marcharse en camilla. Baraja reaccionó dando entrada a Rubén García (sorprendentemente suplente) en la banda derecha y pasando a Michael Santos a su puesto natural: el de delantero centro.

La del penalti no fue la única entrada terrorífica. Ante su falta de fútbol, el Lorca apostó por un juego durísimo que el árbitro toleró. Algunas entradas de los murcianos, más que por el reglamento, podrían estar regidas por el Código Penal. Por ejemplo la única que supuso una amonestación, la de Carlos Pomares sobre Sergio en el centro del campo.

Entre la dureza del rival, el mal estado del campo y la falta de fluidez del Sporting, el partido era un horror. Solo en los últimos minutos de la primera mitad el equipo gijonés le metió una marcha más al partido, aunque sin generar apenas peligro.

Quien lo generó fue el Lorca en los primeros compases de la segunda parte. Los sportinguistas tuvieron un deja vú al ver a Diego Mariño evitando, con dos grandes paradas, que la situación se convirtiera en desastrosa. Primero despejó un centro raso y después un potente disparo de Noguera.

El Sporting temblaba ante un equipo casi desahuciado. Fueron solo unos minutos, pero es que no hubo una reacción contundente. Algo respiró el equipo gijonés cuando Baraja volvió a cambiar los planes, prescindió de un gris Hernán Santana y dio entrada a otro delantero como Borja Viguera. Pero salvo algún detalle de Jony, el equipo en ataque se mostraba nulo. Solo en los últimos minutos, viendo que se mascaba la tragedia, el equipo gijonés le metió al partido la marcha que no le dio en los 80 anteriores. Jony sirvió un gran centro raso a Santos, pero Pumares se anticipó al delantero uruguayo. Y Viguera perdonó en el área.

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Un punto contra un equipo ante el que todos suman tres (al menos los diez últimos que se han enfrentado a ellos, que ya es decir) solo puede tildarse de fiasco. Llevar media temporada sin ganar fuera de casa es algo impropio de un equipo que de verdad aspira a algo. Jugar como se volvió a jugar en Lorca es la mejor prueba de por qué el Sporting está donde está: en mitad de la tabla. Y mientras, Osasuna, Oviedo y unos cuantos más aplaudiendo la incapacidad rojiblanca a domicilio. A todos les encanta saber que el Sporting es un equipo de andar por casa.