Jony y Michael, santos

Gijón

Ser aficionado del Sporting se ha convertido en una montaña rusa anímica. Una alegría, un disgusto, una alegría, un disgusto. Al menos, desplazarse hasta El Molinón les sigue compensando a los aficionados rojiblancos. También mereció la pena ante Osasuna, en una jornada especialmente relevante. Ganar, como se ganó, supone mantener la esperanza de pelear por los objetivos más ambiciosos. Perder hubiera sido un auténtico desastre. El Sporting ganó, ganó bien, pudo ganar incluso por más tantos y se reivindica tras otra semana de dudas más que justificadas por el desastre de Lorca. Ahora, el guión se repite: tras ganar a un equipo de arriba en casa, toca visitar al colista. No tendría perdón no aprovechar la oportunidad.

Hay que reconocer que el Málaga es un club amigo. De allí, del club andaluz, han llegado a Gijón los dos mejores refuerzos de los muchos que han aterrizado en el Sporting esta temporada. La campaña que está haciendo Michael Santos, con trece goles ya en su haber y una casta y una entrega envidiables, es soberbia. Y el espaldarazo futbolístico y anímico que le ha dado a esta plantilla y a la afición el regreso de Jony resulta impresionante. Ambos fueron dos de los grandes protagonistas de la victoria sobre Osasuna, sin desmerecer a un jugador que no suele llamar la atención pero que brilló ante Osasuna: Álex Bergantiños, asistente en el gol del uruguayo y fundamental durante todo el encuentro.

El primero salió de las botas de Jony. Y llegó muy pronto. Eso, seguramente, condicionó el partido. Apenas habían pasado cuatro minutos cuando Sergio Álvarez tuvo claro qué hacer con la pelota: lanzársela al cangués, que desde línea de fondo sacó un centro que transformó en gol Rubén García. Remató el valenciano entre los dos defensas osasunistas, para sorpresa del portero Sergio Herrera e indignación de su entrenador Diego Martínez.

El gol cambió el partido. La intensidad bajó; podía ser entendible (aunque no muy deseable) por parte del Sporting, pero se explicaba menos en el caso de Osasuna, que dejó una imagen paupérrima en El Molinón. Sin practicar un fútbol excelso, el Sporting sí merecía más goles. Pudo marcar Carmona, de cabeza a centro de Jony, o el propio cangués, asistido por Rubén García.

El rival no generaba ni una ocasión. Una, para ser justos. La que tuvo nada más comenzar la segunda parte Roberto Torres, en un desajuste de la defensa rojiblanca. El Sporting mandó en el partido en todo momento y solo le falló la puntería. De haber atinado, podría haber logrado una goleada escandalosa. Hubo que conformarse con un 2-0 (que no es poco), con tanto del incombustible Michael Santos tras un medio pase de Bergantiños al espacio.

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La victoria es trascendente. Con estos tres puntos el Sporting empata a puntos con Osasuna, le iguala el golaverage particular y le supera en la tabla por diferencia global de goles. Adelanta a Valladolid y Lugo hasta que jueguen sus partidos, le sitúa temporalmente a un punto del playoff y confirma la fortaleza del equipo en casa. Ahora falta afrontar la asignatura pendiente: no tirarlo todo por la borda fuera. Y para eso, a pesar de lo de Lorca, qué mejor sitio que el campo del colista. Sabiendo que puede ser un buen equipo, el Sporting debe quitarse el domingo en Sevilla el disfraz de viajero acomplejado.