El homenaje de U2 a Martin Luther King

U2 - PRIDE-IN THE NAME OF LOVE.José Ibarra

Hay muy, muy poca gente a la que no les guste el grupo irlandés U2, cuatro muchachos de Dublín ya mundialmente conocidos y pertenecientes a la más selecta aristocracia del rock desde hace tres décadas. En 1984 se aproximaron a la Historia al escribir y grabar este sensacional “Pride (In the name of love)”, (Orgullo, en el nombre del amor), que viene a relatar el asesinato del predicador negro norteamericano Martin Luther King el 4 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee, en uno de los estados racistas del sur de los Estados Unidos y en plena crisis racial , un hecho que conmocionó a América y al mundo entero.

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En la canción que escuchamos hoy se hace un paralelismo entre la figura de Martin Luther King y la de Jesucristo, ambos líderes religiosos y ambos asesinados por los mismos motivos: ellos predicaban amor, y sus enemigos les respondieron con odio y muerte. Hay un montón de imágenes religiosas en la canción, ya que los U2 siempre tuvieron ese ramalazo cristiano propio de los católicos irlandeses. Y además, la fascinación por el mundo estadounidense una evidente conexión con el mundo afroamericano, ya que es sabido que los irlandeses siempre se han considerado a sí mismos como los negros de Europa, siempre con ese complejo de inferioridad ante los ingleses como en América lo tienen los negros con los blancos.

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La canción tiene una enorme fuerza, está cantada y tocada con la rabia y la grandilocuencia típica de Bono, el cantante, y The Edge, el guitarrista. Un tema escrito sin odio y sin revancha, simplemente inspirado en la evocación de la figura del fallecido, con ese grito de esperanza del final: “te quitaron la vida, pero no te pudieron quitar el orgullo”. Es el homenaje al héroe caído, a la figura legendaria que ha llegado a ser mártir tras su vil asesinato, un ser humano que ha muerto por salvar a los demás. Todo muy cristiano, muy espiritual, muy trascendente y muy épico.

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Por lo demás, grandes versos, evocadoras imágenes, excelentes arreglos musicales, coros de Chrissie Hynde incluidos y, en definitiva, una canción perfecta y bella que vino a lanzar la carrera de los U2 cuando se estaban haciendo estratosféricamente grandes allá por los años ochenta.

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