Victoria que marca el camino

San Sebastián

La Real Sociedad se aprovecha de la torrija inicial del Alavés para llevarse el derbi Vasco de Anoeta y respirar un poco en la clasificación. Los donostiarras marcaron en los diez primeros minutos en los que los vitorianos ni habían salido de vestuarios, y luego se limitaron a aguantar su renta. Aunque el equipo de Abelardo, que intentó mover la coctelera en la segunda parte, tampoco remató su reacción tras el descanso, y apenas creó peligro sobre la portería de Moyá. Los donostiarras tuvieron opciones de vivir más tranquilos el final, pero ni Willian José, ni Zurutuza pudieron batir a un buen Pacheco, que hizo dos intervenciones de mérito. Los realistas miran un poco más arriba con esta victoria, mientras el Alavés ve frenada su buena estadística desde la llegada del Pitu. En general, triunfo Justo de una Real que en el cómputo global de los 90 minutos fue mejor que el Alavés.

El comienzo del partido de Anoeta fue extraño, porque el Alavés estaba irreconocible, dando todo tipo de facilidades a una Real Sociedad que lo aprovechaba para ponerse por delante antes del cuarto de hora. Primero fue Hector Moreno marcando a la salida de un córner marcando su primer gol como txuri-urdin. Y después, Illarramendi al cazar un rechace dentro del área para marcar a puerta vacía, tras una galopada de Bautista, que estrellaba su disparo en Pacheco, después del error grave de Ibai Gómez en su cesión atrás a su defensa. Pudo ser peor para el Alavés ese comienzo pésimo de partido si la Real llega a aprovechar otras dos buenas ocasiones erradas por Oyarzabal y Januzaj.

A partir de ahí, las fuerzas se igualaron, el Alavés se puso a la altura de una Real que quería seguir mandado a través de la posesión, mientras el equipo vitoriano se hacía fuerte en la presión y en la intensidad. Los problemas que le generaba a la hora de sacar la pelota desde atrás a la Real fueron el germen del tanto que confirmaba la reacción del Alavés. Un gran centro de Martin desde la derecha que llegaba a Pedraza para fusilar literalmente a Moyá, que recibía así su primer gol como portero realista. Después, el portero balear salvaba a la Real del empate del Alavés tras rozar un mano a mano con Sobrino, que intentaba marcar de vaselina, pero se estrellaba en el larguero.