Nuestros mayores solo tuvieron acceso a educación machista

Hablamos con la generación educada en el franquismo, en la falta absoluta de derechos para la mujer y en una propaganda que las destinaba al ámbito doméstico. Mujeres y hombres que acuden a diario al Centro de Atención Preventiva para las Personas Mayores de la zona de Islas Canarias en Valencia, nos cuentan sus experiencias a modo retrato sociológico de lo han vivido.  Al mismo tiempo, sus testimonios nos explican el lastre machista que aún pervive en nuestra sociedad.

Una educación en manos del catolicismo  y el despliegue de instrumentos propagandísticos como el NODO, hicieron que varias generaciones de mujeres asumieran y se resignaran a aceptar que su lugar estaba en el trabajo no remunerado del hogar.

Además en el franquismo, las mujeres no tenían la posibilidad de ampararse  en una legalidad igualitaria. Las mujeres tenían muy limitado el acceso a la formación, no podían tener una cuenta bancaria a su nombre e incluso dependían de la llamada Licencia Marital para acceder al mundo laboral.  Si de forma excepcional lograban un trabajo fuera del hogar, podían perderlo en el momento que el marido retiraba dicha licencia.

Aunque actualmente, una vida sin derechos y de depencia del varón, se podría considerar una situación de maltrato, en el último balance anual de Violencia Doméstica del INE, apenas hay denuncias de mujeres mayores de 65 años.

Pertenecen a una generación con una educación que les obligó a aceptar su rol de cuidadora y asumir que el matrimonio era para siempre. Esa mentalidad ha evitado en muchas ocasiones, que las mujeres se vean así mismas como víctimas.

Gracias a Isabel Medina, Eduard Cerdá, Mª Ángeles, Aroma Alcaraz, Emilia Iniesta, Amparo Lago, Rosario Montañana, Julia García, Isabel Corchete Gardiño y Gonzalo Mora.