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Bershka cierra ya. Palencia juega en segunda división

El comentario de Juan Francisco Rojo

Bershka cierra ya. Palencia juega en segunda división

Bershka cierra ya. Palencia juega en segunda división

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No nos engañemos. Palencia es una ciudad que juega en segunda división, por mucho que nuestros entusiastas políticos, algunos de ellos exhibiendo una ingenuidad que sólo se entiende desde la miopía que provoca el poder, se empeñen en decir que somos una auténtica referencia. Esta semana, mañana mismo, cierra Bershka; y se constata un hecho que nos coloca a pie de tierra: el envejecimiento de la población, la baja natalidad y la fuga de jóvenes que abandonan la ciudad para cursar estudios universitarios, resta atractivo a las calles comerciales de Palencia y eso nos coloca en segunda división.

Estos términos eran utilizados por otro medio de comunicación pare referirse también a la situación que viven otras ciudades como Ávila, Soria o Zamora. Hay algo sobre Bershka que todavía no se ha contado: que cada semana arrancaba con resultados económicos negativos. Me explico: con el sistema de devoluciones que tiene esta cadena, no eran pocos los palentinos que cada lunes se acercaban a la tienda de la Calle Mayor para devolver productos que antes habían comprado en otro comercio de la franquicia en Valladolid o Madrid y que ya no les interesaban.

Vamos, que rizamos el rizo: compramos fuera y devolvemos aquí. Rara era la semana que el establecimiento de Palencia comenzaba en positivo. Los números rojos planeaban cada lunes sobre Bershka Palencia. Lo que necesitan las grandes marcas es una demanda activa constante que en ciudades como la nuestra no existe y es que aquí la recuperación del consumo es mucho más lenta. Esto no lo digo yo. Lo dice una consultora inmobiliaria y lo publicaba recientemente un medio digital.

Quiero insistir en el tema del comercio porque es uno de los aspectos que más nos debe ocupar y preocupar. En la Calle Mayor de Palencia tenemos ahora mismo 45 locales cerrados. Alguien me decía recientemente que por un pequeño local en la columna vertebral de Palencia, un local casi insignificante, pagaba al año más de 10.000 euros. Calculen el coste de los alquileres de otros locales mucho más extensos. Lloramos y nos lamentamos por el cierre de cada uno de los comercios como dura metáfora del sueño truncado de quien lo montó. Pero es que en ciudades como Palencia, hasta a los grandes les cuesta sobrevivir.

Alguien que inauguraba recientemente una tienda en Ávila decía que su ciudad se marchita, y que no pueden dejar que se muera. Me quedo con la segunda parte del mensaje. Necesitamos ilusión, autocrítica y arrojo. Sólo así Palencia saldrá de la segunda división. O al menos, jugará la fase de ascenso.

 
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