Humor
Qué duda cabe

Pensamos muy mal (segunda parte)

A Coruña

Continuo esta semana hablándoles de sesgos cognitivos, es decir, esos pequeños fallos que tiene nuestro cerebro que nos hacen pensar que la realidad es de una forma, cuando es de otra.

Empezamos con uno que a mi me pasa mucho, se conoce como el sesgo retrospectivo "color de rosa". Suena a broma pero es un sesgo que nos hace recordar sucesos pasados con mucho más cariño del que deberíamos. ¿Conocen esa frase de "cualquier tiempo pasado fue mejor"? Pues no siempre es verdad. Ni nuestra infancia fue tan bonita, ni nuestra juventud tan loca, ni nuestra madurez tan madura.

Hay un fenómeno que, por desgracia, está instaurado en nuestras mentes, conocido como el "fenómeno del mundo justo". Nuestro cerebro necesita que todo tenga justificación, por eso a veces, tratamos de buscar motivos por los que una víctima se merecía lo que le ha pasado. No es que seamos malas personas, simplemente no podemos entender que las cosas malas ocurran porque sí (o por causa del culpable, no de la víctima). Seguro que le vienen a la cabeza muchos casos en los que habrán oído esa frase de "algo habrá hecho". Pues no, amigo, a la gente buena también le pasan cosas malas porque sí.

Más sesgos que nos complican la vida: la Inclinación a la negatividad. Tendemos a ponderar más alto los datos negativos que los positivos. Por ejemplo, los que tenemos miedo a volar, tenemos mucho más en cuenta los pocos accidentes de avión que se registran cada año frente a los miles y miles de vuelos que no sufren percances.

Por cierto, el miedo a volar choca frontalmente con otro sesgo, llamado "la ilusión de control" en el que creemos que podemos dominar sucesos que se escapan a nuestro control. Poner un rosario en el coche para que no haya accidentes, rezar para que no haya más atentados o cosas similares asociadas a creencias y falacias.

Uno de los sesgos más extendidos y que puede arruinarnos la vida es la "profecía autocumplida". En nuestra mente se genera una idea que probablemente sea falsa y nosotros, a base de machacarnos con esa idea, acaba cumpliéndose. Por ejemplo: creo que voy a perder mi trabajo porque le caigo mal a mi jefe. A partir de ahí me empiezo a comportar distante con mi jefe porque creo que le caigo mal. Al final llego a tener roces con mi jefe porque estoy seguro de que todo lo que me pide es para fastidiarme porque le caigo mal. Entonces mi jefe llega y me despide, porque nota que no estoy bien en el trabajo.

Y entonces, tras todo ese proceso, la profecía autocumplida termina con un claro y contundente: ¡lo sabía!

Como ven, nuestra mente es un arma de doble filo. Y todavía quedan muchos sesgos cognitivos por descubrir. La clave es aceptar que no somos perfectos y que casi siempre que estemos totalmente seguros de algo, probablemente estemos equivocados. La semana que viene más. Qué duda cabe.

 
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