Sociedad
Emy Luna

‘Nada es lo que parece’

Hace unas semanas, los españoles nos encontrábamos de frente con el hallazgo del cuerpo de Diana Quer, enterrado desde hacía un año

Firma Emy Luna, "Nada es lo que parece"

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03:08

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Algeciras

Siempre le oí decir a mi padre que nada es lo que parece.

Hace unas semanas, los españoles nos encontrábamos de frente con el hallazgo del cuerpo de Diana Quer, enterrado desde hacía un año. Estaba muy cerca del lugar donde vivía su asesino con su mujer y su hija pequeña. Duele afrontar tamaña crueldad. Es casi imposible, para una mente sana, imaginar que alguien que ha asesinado a una persona pueda desayunar, reír, coger a su hija en brazos y jugar con ella tan solo a unos metros donde tiene a su víctima enterrada. Porque tener hijos es diferente a no tenerlos, da una visión más amplia de la intensidad del dolor que su pérdida puede ocasionar en cualquier padre.

Como si eso no nos hubiese dolido bastante, unos días después España entera era azotada por la terrible noticia de la desaparición de Gabriel.

España se me presenta estos días como un tremendo escenario de relatos macabros, con sus tramas, sus nudos y desenlaces protagonizados por unos personajes más propios de la ciencia ficción que de la realidad. En el caso de Gabriel, la madre y el padre, destrozados, aparecen acompañados continuamente por la pareja del padre, llorando como ellos, sufriendo como ellos, consolándolos, acariciando a su novio... Días después, el desenlace que se temía desde los primeros minutos de la desaparición del niño, nos dejaba sin aliento a todos. Al hallazgo de su cadáver, se sumaba la identidad del asesino. Como en las buenas novelas de terror, siempre hay algún personaje que es capaz de engañar al lector. Porque nada es lo que parece.

Decía Platón que de Virtud hay una especie, pero de Maldad hay muchas. Hay muchas maldades en el hombre, y no todas están a la vista.

Emy Luna

Como colofón, el jueves pasado, una gran parte de España convulsionaba ante lo que sucedía en el congreso de los diputados. Con la sociedad destrozada de dolor, quienes se consideran a sí mismos políticos, desoían la voluntad de una gran mayoría de españoles. Con la prepotencia que lleva consigo el buenismo del que hacen gala, se rieron de las víctimas y de los españoles que reclamaban, simplemente, un castigo justo para los criminales. Con el fanatismo de los que se creen poseedores de la verdad absoluta, olvidaban el objetivo de "democracia real" a la que tanto aluden cuando les conviene, pero que ignoran cuando saben que, de tenerla en cuenta, se encontrarían sin refrendo real. Gente que olvida que ellos están ahí para servir al pueblo, no para utilizar las desgracias que nos afectan como herramientas políticas para vengarse unos de otros.

Que no nos engañen. Que la representación teatral del otro día no fue un debate. Fue, ni más ni menos, que el enfrentamiento entre dos Españas: la de la razón y la coherencia y la nueva España del fanatismo ideológico y dogmático. Pero eso pasa cuando la ideología se convierte en Religión y sus partidarios en adeptos. Porque en España, ya nada es lo que parece.

 
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