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Empate de no agresión

Real Sociedad y Eibar empatan sin goles en el derbi gipuzkoano de Ipurua, un reparto de puntos que endulza un poco el debut de Imanol Alguacil en Primera y permite a los armeros romper su racha de dos derrotas seguidas

Jordan e Illarramendi pelean por un balón en el partido de Ipurua / Javier Etxezarreta EFE

Eibar

Eibar y Real Sociedad firmaron en Ipurua un empate de no agresión que aunque sirva de poco en la clasificación a ambos, al menos permite endulzar un poco la vuelta del parón liguero a dos equipos que por diferentes circunstancias necesitaban puntuar, y por encima de todo no perder. Los armeros porque venían de dos derrotas seguidas, y había que cortar esa mala dinámica, y a pesar de que el punto parezca escaso, algo es algo. Y los txuri-urdin para ayudar a Imanol Alguacil a que su estreno como técnico del primer equipo, y por ende en Primera, fuera más dulce, que en casos así, puntuar siempre es importante. El oriotarra sigue la buena racha de los entrenadores de la Real cuando debutan en Primera, que ninguno ha perdido desde el último ascenso.

Si el punto se mide por sensaciones, no parece malo para ninguno. Es más, puede ser hasta positivo. Pero no nos engañemos, es la clasificación la que dictamina lo que es bueno y lo que no lo es. Y desde ese punto de vista, ayuda poco a la lucha del Eibar por mantener vivo el sueño europeo, si es que de verdad lo quiere mantener vivo. Y ayuda poco a una Real que ubicada en tierra de nadie, parece tener más que perder que ganar en esta recta final. Está en la mano de Alguacil evitar eso. Empezar con la portería a cero en un escenario tan complejo como Ipurua no es un mal comienzo. Sobre todo para una Real que ha sido todo un coladero en defensa toda la temporada. Porque desde ahí se debe empezar a analizar el partido, desde la solidez defensiva mostrada por una Real que apostó primero por cerrar su puerta para buscar, aunque no mucho, la portería del Eibar. La apuesta le salió bien a medias a Alguacil, porque logró su propósito en defensa, pero a costa de perder todo su brillo en ataque con el balón. Resultado, un punto. No los tres.

Aunque si tenemos que ser justos, la Real tuvo la mejor ocasión del partido. Un remate franco de Willian José, que con todo para marcar, mandó el balón a las nubes. Pero hubiera sido injusto. Porque ni Real ni Eibar pusieron argumentos suficientes como para ganar. El equipo armero tuvo más intención, pero le faltaron hechos en ataque, y apenas tuvo ocasiones claras ante la portería de Moyá. Sus acercamientos llevaron mucha intención, pero sin remate. Y la Real tuvo la mejor ocasión del partido, tras una buen combinación, pero en el resto del partido se olvidó de que tenía que atacar, y se limitó a defender, de forma muy sobria y acertada, eso sí.

Al Eibar seguramente le penalizó la lesiñon de Charles, porque para lo que buscaba Mendilibar, jugar con dos rematadores le hubiera dado alguna oportunidad más. Los armeros acabaron ofuscados de tanto centro sin remate. Y los realistas sacaron partido de los cambios valientes introducidos en el once por Alguacil. Cada uno sacará sus conclusiones, pero en tu estreno en Primera, apostar por colocar a Odriozola de interior derecho cuando hasta ahora había jugado de lateral, siendo de lo mejor durante la temporada, es de ser muy valiente. Lo de Oyarzabal de mediapunta se podía intuir, viendo sus pruebas durante la semana, y sus alineaciones en el Sanse con el eibarrés. Con todo este cóctel lo que sale es una especie de pacto de no agresión, de empate de no agresión: tú no me chafas el estreno de mi nuevo entrenador, y yo no te gano en tu casa después de acumular dos derrotas seguidas. Y todos contentos. Aunque esto último ya lo dejamos a cada uno, que un partido tiene tantas lecturas como personas que lo vieron.

Roberto Ramajo

Roberto Ramajo

Entro en el grupo en 2002 como redactor de prácticas. En 2005 se incorporó a la redacción en Gipuzkoa...

 
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