Convento de San Pablo: casi cinco siglos de historia, 25 años como Parador
Este martes, en Páginas de mi Desván, José Vicente Ávila nos habla de este impresionante edificio del Monasterio o Convento de San Pablo, que acaba de cumplir 25 años como Parador de Turismo, ha tenido diferentes destinos en los casi quinientos años de existencia
Cuenca
El impresionante edificio del Monasterio o Convento de San Pablo, que acaba de cumplir 25 años como Parador de Turismo, ha tenido diferentes destinos en los casi quinientos años de existencia.
Páginas de mi desván Convento de San Pablo
22:39
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1522775377_146372/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Este martes, en Páginas de mi Desván, José Vicente Ávila nos propone hablar de esta singular edificación que emerge entre las rocas y formas rocosas que festonean la Hoz del Huécar, entre huertas y casas colgadas que se asoman al abismo, que ha servido de monasterio, convento, colegio, seminario, guardería, centro de educación especial y de muchos proyectos que no se llevaron a cabo, amén de numerosas celebraciones de todo tipo, tanto en la hermosa iglesia, que fue sala de conciertos de la Música Religiosa, y ahora Espacio Torner, como en el propio edificio conventual por el que pasaron los dominicos, los redentoristas, los josefinos y los padres paúles, y desde 1993, los visitantes que se hospedan en el Parador.
-Comenzamos con los orígenes de este Monasterio, tan ligado al puente de San Pablo que tiene por delante, y como enlace de la ciudad alta y baja.
-Fue un canónigo nacido en Almodóvar del Pinar, Juan del Pozo, el impulsor de este colosal edificio cuando el 24 de abril de 1523 solicitó de la Corporación capitular la remisión del censo que a favor del Deán y Cabildo de la Catedral, pesaba sobre un hocino y huerta propiedad de don Gaspar de Quijada, prestamero de Beteta. Días antes, el 10 de abril, el reverendo padre Fray Antonio Borregán tomó posesión legal del referido hocino y huerta. Juan del Pozo, que vivía en la calle de San Pedro, en la casa que luego fue convento de los Jesuitas, tenía proyectado edificar un monasterio para la Orden Religiosa de Santo Domingo de Guzmán. Para ello, y como se describe en el acta de posesión, el citado 10 de abril:
“Cortando una rama de unas carrasquillas o encinas que allí estaban é paseose por el dicho hocino é huerta, é puso unos mojones de piedra; é bajo a la Huerta, é continuando la dicha posesión lanzó fuera a todos los que ende estaban, é ferró é abrió las puertas de la dicha huerta una, é dos, é tres veces, é otorgose por contento con la dicha posesión”.
-El canónigo Juan del Pozo, que era amigo de buenos confesores y predicadores, de pensamientos más elevados que el primitivo puente de San Pablo, que él mismo costeó para unir el convento con la “Cuenca antigua” mandó iniciar las obras del convento e iglesia que puso bajo la tutela del Apóstol San Pablo, sufragando de su peculio la edificación de ambas, y dotando la fundación con pingües rentas para atender el sostenimiento de la misma. Cuentan las Memorias sanpablistas que se suscitaron serias disputas entre el fundador y los maestros arquitectos Juan y Pedro de Alviz. Las ricas maderas del comedor, sala capitular y claustros fueron cortadas en las lomas de Mirabueno y del Socorro hasta la fuente del Canto. Escribía Hermenegildo Regueira en “El Correo Católico” en abril de 1903 que “la suntuosidad del edificio, la magnificencia del templo, la afabilidad de los religiosos y la amenidad del sitio, sembrado de frondosas carrascas y de olivas de eterno verdor, hicieron de aquel lugar objeto preferente de la acrisolada piedad, siempre proverbial en los hijos de la ciudad del Cáliz y la Estrella”. El canónigo Pozo murió en 1559 y a su nombre está la Capilla de San Roque de la Catedral.
-Un edificio de ese tamaño y características costaría bastante tiempo en levantarse...
-Se tardaron quince años, aunque observando algunas obras que se hacen en Cuenca nos parece poco tiempo, si tenemos en cuenta su construcción sobre la roca y huerta y los escasos medios de la época. Según la cronología que en su día publiqué en prensa, fue en el año 1538 cuando el obispo de Coria, el conquense Francisco de Mendoza y Bobadilla, bendijo el convento de San Pablo. No se puede pasar por alto que Francisco de Mendoza, era el segundo hijo de los siete que tuvo Diego Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, nacido en Cuenca en 1508, y que tras 17 años en el Obispado de Coria pasó a la diócesis de Burgos donde estuvo 16 años, ya como cardenal desde 1544, participando en dos Concilios. Quien bendijera el edificio de San Pablo descansa eternamente enfrente del mismo, en la capilla de los marqueses de Cañete de la Catedral. Pocos meses después comenzó la construcción del puente de piedra de San Pablo, nexo de unión entre el Seminario y la propia ciudad alta de Cuenca.
-Manos de obra, materiales, pero dinero, mucho debió emplearse en la construcción…
-Pues mira Luisja, para poder llevar a cabo tan voluminosa obra, el Cabildo de la Catedral de Cuenca “considerando el buen celo, devoción y voluntad de don Juan del Pozo, y cediendo a la súplica de éste, remitió perpetuamente la cantidad de doscientos ochenta y cuatro maravedíes a que ascendía el censo enfitéutico (contrato por el que se grava un inmueble), como consta en acta capitular del 24 de abril, dando al día siguiente comisión y poder bastante a los canónigos Diego Manrique y Eustaquio Muñoz para que hiciesen las debidas gestiones hasta poner a los religiosos de Santo Domingo en posesión de los referidos hocino y huerta. Cumpliendo los deseos del canónigo Pozo, los artífices de la iglesia y el convento fueron como hemos dicho antes, los hermanos Juan y Pedro de Albiz, muy reputados entre los impulsores de la arquitectura local, así como el claustro, que es característico de principios del siglo XVI. Sus columnas tienen gran ornamentación en sus capiteles.
-Pero no podemos olvidar que en el siglo XIX llegó la desamortización de Mendizábal que afectaría al Convento de San Pablo.
-Así fue y en 1836 los dominicos tuvieron que abandonar el Convento y fue el Obispado de Cuenca quien posteriormente compró el edificio en pública subasta para instalar el Seminario Menor de San Pablo, ya que se contaba con el Seminario de San Julián para las órdenes mayores. En 1885 el obispo Valero mandó reedificar el Colegio de San Pablo a expensas del propio Obispado para los estudios diocesanos. Relataba el padre Antonino Orcajo, profesor de los Paúles, a quien tuve la oportunidad de entrevistar en San Pablo en 1969, que a finales del siglo XIX “los PP. Redentoristas destinaron la casa para Escuela Apostólica; pero no se acomodaron fácilmente. A los pocos años de su entrada salieron dejando un amargo recuerdo. Alguien de la Comunidad al asomarse por un balcón para recrear su vista con los caprichos de la Hoz del Huécar, cayó rodando por el torrente, quedando muerto en la carretera de Palomera, remachando Antonino que con la salida de los Hijos de Alfonso María de San Ligorio se cerraba de nuevo el convento.
-Y es cuando llegan los “josefinos”, como hemos citado en el repaso de órdenes sagradas que pasaron por la Hoz del Huécar…
-En los comienzos del Siglo XX el Seminario de San Pablo era regido por los Hijos de Mosén Sol, Operarios Diocesanos, que eran vulgarmente conocidos por los “Josefinos”. El rigor en la disciplina de esta Hermandad no era muy del agrado del clero diocesano, que no entendía que hubiesen llegado a Cuenca estos “extraños” religiosos, y menos aún de los alumnos, según contaba Domingo Muelas en su Episcopologio Conquense. El caso es que el 3 de enero de 1912, los seminaristas de San Pablo, y con ellos los del Seminario de San Julián, se rebelaron contra los superiores, que tuvieron que huir de noche por la Hoz y por el túnel de la huerta que daba al Seminario sanpablista. Ante los sucesos producidos, el obispo Sangüesa clausuró los Seminarios, expulsando a los alumnos e interviniendo el propio Vaticano. Los “josefinos” se marcharon de Cuenca y el Seminario de San Pablo permaneció cerrado otra vez.
-Y parece que tenemos unos nuevos inquilinos para este singular convento de la Hoz…
-El 13 de marzo de 1921 el obispo Sangüesa, que vivió el hundimiento de la torre de la Catedral, la inauguración del puente de hierro, y la rebelión de los seminaristas “josefinos”, había prometido cederlo a los padres paúles, pero su muerte paralizó unos meses el proyecto. Por fin, el 3 de julio de 1922, el obispo Cruz Laplana confirmó la cesión del Convento de San Pablo a la Comunidad de Padres Paúles. Los seminaristas hicieron labores de carpintería, albañilería y electricidad y en septiembre comenzaban el curso. El día 27, festividad de San Vicente de Paúl, cuarenta y cinco estudiantes y siete padres celebraron su primera fiesta conventual. Cabe resaltar que el 25 de noviembre de ese año de 1922 doña Mariana Moreno Ortega hizo donación al prior de los Padres Paúles de la finca de su propiedad para que los seminaristas pudiesen hacer deporte y al efecto se construyó un frontón y paseos ajardinados, donde ahora tenemos aparcamiento y zonas de ocio y piscina en el Parador.
-Llegamos a los años de la guerra civil y el convento sería foco de atención…
-Poco más de un mes antes del comienzo, el 25 de julio de 1936, el subsecretario del Ministerio de Justicia de la República envió un escrito al obispo de Cuenca señalando que la Diputación Provincial solicitaba la incautación del edificio y cesión a la Diputación, al objeto de instalar un sanatorio provincial, tras haber sido desalojado por la comunidad de padres paúles. En la carta de respuesta el obispo Laplana señalaba que el edificio de San Pablo es indispensable para el Obispado como Casa de Ejercicios Espirituales y Seminario Menor. Pero durante algunos meses durante la guerra quedó sin actividad y el edificio sufrió algunos saqueos. El padre Orcajo anota en sus memorias que “pronto se estableció una guardería de niños, que con el personal de servicio, ascendieron hasta 500. Los hocineros próximos hablaban de la indisciplina e informalidad de entonces. Un día de rebelión precipitaron toda la vajilla por la vertiente del Huécar”.
-Tras el final de la guerra, los paúles vuelven al convento de la Hoz del Huécar hasta el comienzo de la década de los setenta, ¿verdad?
- Relata Antonino Orcajo, que tras la contienda “don Marcelo, maestro-director de la guardería desde finales de marzo de 1939, entregó las llaves del Convento al superior, Padre Ojea, el 2 de agosto. Seis estudiantes, entre ellos el padre Félix García Tejero, que luego sería director del seminario interno, se ofrecen voluntarios para adecentar la casa, hasta que lleguen los restantes teólogos. El 17 de octubre quedó constituida de nuevo la Comunidad y un profesor novel formó parte del cuadro docente: el Padre Ricardo Rábanos, que había de permanecer en su añorada Cuenca diecisiete años seguidos, muy querido en el barrio de Tiradores, donde allí tiene su calle. Destacaba entonces Orcajo que “el convento de S. Pablo tiene que agradecer al P. Rábanos la mejora externa que sufrió durante su superiorato. Toda la fachada principal fue revestida de piedra blanca, traída de las canteras de Buenache. El escudo de la Congregación, junto a los Rábanos y Espinos, rivaliza en pequeña escala con el escudo primero del fundador Del Pozo y Pino”, en la portada de la iglesia.
-Fueron años en los que el convento de San Pablo, sus profesores y seminaristas, mantuvieron una relación muy cercana con la ciudadanía…
-Recuerdo de chaval verlos por las calles con sus sotanas y fajines blancos o azules, al igual que los del Seminario de San Julián, e incluso con rivalidad deportiva. San Pablo tuvo una rica tradición musical, literaria y hasta teatral con representaciones en el frontón. El coro de los paúles dejó oír sus voces en la Catedral, San Esteban, Virgen de la Luz, Hospital de Santiago, en la Beneficencia, en el Salón Palafox o el Cine Xúcar, bajo la batuta exquisita de Jesús María Muneta o el padre Alcácer, autor de un himno a Cuenca. En 1962 se determinó que el Seminario Interno residiera en San Pablo y ello requirió una mejora del edificio, ampliándolo con un piso. Con esa ampliación el Seminario podría recibir hasta cerca de 200 seminaristas…
La iglesia fue el magnífico escenario de las ceremonias religiosas, y en este apartado tengo que recordar que participé como monaguillo, en una consagración, en la que le até las manos a uno de los padres paúles ordenados. Un derrumbe de rocas en 1964, del que hablamos en otro programa, hizo temer por la integridad del templo, hasta el punto de que durante los tres últimos años de estancia se podía observar la presencia de los Paúles en medio de los claustros y pasillos vacíos de seminaristas y llenos de cascotes y sacos de cemento. En 1973 el Seminario cerró sus puertas, entregando las llaves dos años después el Obispado.
Escuchamos la voz de José Luis Perales… que celebró su boda en la iglesia y convento de San Pablo…
-Fue todo un acontecimiento. El 30 de julio de 1977, en la iglesia de San Pablo, que hubo que abrir para la ocasión, contrajo matrimonio el cantante conquense José Luis Perales con Manuela Vargas, ante una gran expectación, y en los alrededores se concentraron centenares de personas, casi tantas como el día 19 de abril de 1903, fecha en la que se bendijo e inauguró el actual puente de hierro de San Pablo. La “cena fría” de la boda fue servida por el hotel Torremangana en el claustro del Monasterio, que se adecentó para la ocasión, consistiendo en una especie de buffet de cocina conquense con caviar, salmorejo, codornices escabechadas, pisto manchego, queso viejo, jamón serrano, tortilla de ajos tiernos y pimientos rellenos y platos calientes de gazpacho pastor, puchero de judías pintas, conejo encebollado, chorizos de Cuenca, morcillas serranas y morteruelo conquense, y entre los postres, pestiños con miel y rosquillas, además de la tarta nupcial, y entre las bebidas, cazalla y resoli. Vamos que fue el anticipo, dieciséis años antes, de que ese claustro iba a servir para celebrar bodas y otros eventos…
-En esos años en los que estaba cerrado se buscaron diversas soluciones para no tener cerrado un edificio tan hermoso que podía quedar ruinoso…
-La primera gran idea es que fuese sede de la Junta de Comunidades. En 1980 el Ayuntamiento de Cuenca editó un amplio dossier titulado “Cuenca, opción de capitalidad”, en el que el edificio de San Pablo era uno de los más singulares para la posible ubicación del palacio presidencial de la Junta, tras haberse postulado nuestra ciudad para ser capital de la Región. Toledo fue la elegida y el Monasterio de San Pablo seguía cerrado, salvo para algún rodaje como la serie de televisión “Clase media” o para servir durante algún tiempo como sede del Centro de educación especial “Infantas de España”. No se puede olvidar tampoco que desde 1962 la iglesia de San Pablo fue escenario de conciertos de la Semana de Música Religiosa, e incluso en las fiestas de San Julián de 1989 el Pregón de la feria lo dio en ese recinto el mago conquense Miguel Ángel Rodríguez más conocido como “el Conde Ropherman”.
-También la Universidad fijó su atención en el impresionante edificio que domina la Hoz del Huécar…
-El Obispado, a través del canónigo Domingo Muelas seguía buscando soluciones para dar uso a un edificio que costaba mantener y el 3 de julio de 1986 se inauguraba el Curso de Verano de la Universidad Católica de Santo Domingo, con presencia del arzobispo y primado papal en Iberoamérica, Nicolás de Jesús, y el obispo de Cuenca, a la sazón, José Guerra Campos. Se proyectaba asentar permanentemente en el Convento de San Pablo una serie de Facultades, que tampoco cuajaron y en el mes de octubre de ese mismo año de 1983 saltó la noticia de que se preparaba la firma de un convenio entre la Universidad de Castilla-La Mancha y el Obispado para la instalación de la Facultad de Bellas Artes en el Convento de San Pablo. El presupuesto de acondicionamiento era de 300 millones de pesetas y el proyecto tampoco cuajó. El gran edificio seguía vacío y la gente que cruzaba el puente de San Pablo volvía tras sus pasos ante un lugar cerrado y lóbrego al oscurecer…
-Hasta que se encendió la bombilla de darle uso como Parador Nacional…
-Bueno, la idea o intención de contar con un Parador de Turismo en Cuenca ya rondaba en la década de los 70 y fue en 1972 cuando se presentó un proyecto del arquitecto Cano Lasso, que ganó el Concurso anunciado, para convertir en Parador el edificio del Castillo, actual sede del Archivo Provincial, pero como tantos proyectos se quedó en agua de borrajas. El inquieto canónigo Domingo Muelas, que no se arredraba ante nada, seguía moviendo hilos, con la venia de Guerra Campos, y así en noviembre de 1988 el Obispado acordó ceder al Estado el Convento de San Pablo para Parador, y pocos meses después, el 11 de julio de 1989 el ministro de Transportes, José Barrionuevo, y el obispo José Guerra firmaron la cesión en arrendamiento al Estado español de la finca por un período de cincuenta años, con cláusula de prórroga y exclusivo destino para Parador de Turismo, exceptuando la iglesia con su testero o cuerpo de la sacristía, que años más tarde pasaría a convertirse, mediante otro acuerdo, en Espacio de Arte Torner.
-Ello debió suponer una gran inversión económica y lo que suponía para el turismo de Cuenca…
-Quizá ahora, al cumplirse los 25 años, se revalorice el gran acierto de tener un Parador en nuestra ciudad. Las obras de transformación y restauración del Monasterio o Convento de San Pablo se iniciaron en diciembre de 1990 con una inversión que superó los 1.023 millones de pesetas, adaptado el edificio para 63 habitaciones, dos de ellas suite. El comedor fue situado en el antiguo refectorio que conserva el púlpito de lectura y el salón principal lleva el nombre de salón vicenciano en recuerdo de los paúles, igualmente con un amplio púlpito para la lectura o discursos.
-Según los datos que aportas fueron tres años de obras hasta llegar al histórico día de la apertura…
-La inauguración del Parador tuvo lugar el jueves 1 de abril de 1993, en vísperas de la Semana Santa y ya desde el primer día su ocupación fue total. El acto fue presidido por los ministros de Industria, Comercio y Turismo, José Claudio Aranzadi y de Relaciones con las Cortes y diputado por Cuenca, Virgilio Zapatero, aunque se vio ensombrecido por el fallecimiento ese día de Juan de Borbón, Conde de Barcelona. Contó con la bendición del obispo Guerra Campos, quien en su visita por las habitaciones, llegó a echarse en una de las camas para comprobar su confortabilidad, pero enseguida se incorporó para evitar alguna foto. Sin duda, su cama en el Obispado era totalmente diferente a la del Parador. En estos 25 años del Parador se pueden contar muchas historias, aunque la más impactante fue la pernoctación de los Príncipes de España, Felipe y Letizia, en su viaje de luna de miel por España, con primera parada nupcial en Cuenca el domingo 23 de mayo de 2004 y visita al Casco Antiguo en la mañana del lunes. Al año siguiente se inauguró el Teatro Auditorio, en la Hoz del Huécar, pero esta es otra historia…